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Dante

Ahí estaba Sebastián, cargado de furia e incredulidad, parecía como si las personas que se encontraban aquí dentro no eran las que el se esperaba. En su cara se podía notar esa pizca de sed de venganza que necesitaba.

¿Como pudo encontrarnos?

—Ruth —murmuró.

—Dejame en paz, por favor.

—¿Pensabas que viniendo aquí te escaparía de mi? —abrió mucho sus ojos.

Sebastián parecia que estaba enloquecido, y no de manera psicológica, que también, pero esta vez parecia sacado de un manicomio. Tenia las ojeras muy notables y muy oscuras, sus ojos parecian que se iban a salir de la cuenca si seguia mirándonos así, su pelo estaba tan alborotado que ni siquiera tenia forma, la barba larga y descuidada con algunos destellos canosos. Sebastián estaba totalmente enloquecido.

—Ven conmigo —se susurró a Ruth.

—No... —su voz ya comenzaba a escucharse vulnerable.

—Esto cada vez se me va más de las manos, Ruth, ven conmigo y ya no sentirás más dolor —murmuró de nuevo.

—Ruth, ve a vestirte —dije.

Ella me miró confundida. Solo quería tener una conversación con Sebastián.

Al final Ruth se marchó, dejándome a solas con Sebastián, su mirada se clavo en mi cara, luego en mi abdomen y luego en mi cara de nuevo.

—¿Como has llegado hasta aquí? —pregunté.

—¿Estas seguro de que quieres dejar a Ruth ahí sola? —sonrió.

—Te he echo una pregunta.

No dijo nada, solo levantó su brazo y me mostró una especie de botón minúsculo, capaz de guardarse en cualquier sitio.

—Ruth lleva un rastreador explosivo, en el momento que se me vaya la cabeza lo pulsare y ya no habrá más Ruth, ¿Estas seguro de que quieres dejarla sola? —volvió a repetir.

Eso fue una clara amenaza. No podía hacer cualquier movimiento brusco, si lo hacia, el apretaria el botón.

—¿Por qué haces esto?

—¿Por qué matabas tú? —volvió a cambiar de tema.

—Eso ya es pasado.

—Cuando la conociste te cambio la vida ¿verdad? —trono su lengua en forma de burla —Maldita sea los clichés románticos. ¿Sabes que? En este no habrá un final feliz, para nadie. Esto es la vida real, no una película Dante.

No conteste, simplemente me quede mirándole con furia y con ansias de arrancarle hasta el último suspiro, pero no podía, quizá sus palabras no eran ciertas, pero no podía correr el riesgo de que si lo fueran y poner en riesgo a la mujer de mi vida.

—¿Cuando nos dejaras en paz?

—Hasta que quede enloquecido por completo y ya no quede más de mi, o hasta que te atrevas a matarme, dime Dante ¿te atreves? —su sonrisa se ensancho aun más, dando más miedo del que ya daba.

—¿Por qué no la dejas ser feliz? —murmure.

—¿Sabes que responder a una pregunta con otra pregunta es de mala educación verdad? De echo, lo sueles hacer mucho ¿por qué será? Quizá porque jamas te dieron la educación necesaria, o porque tu madre te abandonó cuando eras pequeño y tuviste un trauma —volvió a reír.

—¿Y tú? ¿Qué clase de trauma tienes como para tener que arruinarle la vida entera a una niña que llego a tu vida para cambiartela por completo?

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