40° FINAL.

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Diego.

Brenda se estaba muriendo.

La notaba demasiado desgastada, demasiado ida de si. Su cabeza daba vueltas mientras que su cuerpo le pedía dormir. Cada vez que habría la boca para decir una palabra solo lograba balbucear y murmurar cosas inentendibles.

Estaba sentada en un sillón, sus brazos caían y estaban débiles. Sus ojos parecian pesados. De repente, comenzó a toser de una manera muy abrupta, se tocaba su abdomen deseando que el dolor cesase.

Margarita estaba a su lado, le daba la mano y le pedía que abriera los ojos, que no se durmiera. Pero el cuerpo de Brenda pesaba cada vez más, cada vez la notaba más débil.

-Me duele -logré entender lo que dijo.

Sobaba su abdomen, su cabeza, también lo hacia con su garganta, como si decir esas palabras le hubiese costado muchísimo.

Me dolió verla así, me quemaba por dentro saber que el culpable de su estado era yo.

Yo fui quien le estuvo dando esas pastillas analgésicas, se las daba sin ni siquiera saber los síntomas que podría causarles.

Confie tanto en ese hombre que jamas hubiese imaginado las atrocidades que seria capaz de hacerme hacer con tan solo decirme un par de palabras.

Si algo llega a pasarle a esa mujer, no seria capaz de perdonarmelo en la vida. No seria capaz de mirar a Ruth a la cara, hacerle saber que su madre ya no esta, que esta muerta y que todo por mi culpa.

Brenda luchaba por su vida, no quería que llamáramos a la ambulancia, cada vez que se nombraba esa palabra ella seguia murmurando que no quería.

Margarita le daba ánimos, al parecer, ella era la única que tenia esperanzas de que Brenda en algún momento mejorase, la animaba y le sonreia jurandole que se pondría bien. Pero los restantes en la sala sabíamos que eso no ocurriría, que Brenda no mejoraría.

Brenda respiraba pesadamente, cada vez que aspiraba una tos repentina aparecía.

Margarita comenzo a desesperarse, quiso ir a por el teléfono y llamar a urgencias, pero en un gesto de arrebato, Brenda saco el teléfono de sus manos escondiéndolo en su regazo, negándose así a cualquier movimiento que Margarita hiciera para quitárselo.

Mientras que con todas las fuerzas que le quedaban apretaba el móvil para que nadie se lo quitase, ella murmuraba como podía que nos fuéramos. Brenda ya sabia que iba a morir, pero lo que más me sorprendió es que ella no se negó y no permitió que buscasemos ayuda.

-Me duele -Brenda cerro los ojos, murmurando que le dolía todo su cuerpo.

-No quiero morir sufriendo -volvió a decir.

Margarita comenzo a llorar desenfrenadamente, negaba con su cabeza y apretaba las manos de Brenda.

En la mesita había una jeringuilla, la teníamos ahí por si a Sebastián se le ocurría aparecer y atacarnos, para dejarlo dormido durante un rato.

Si le inyectabamos la jeringa a Brenda, ella ya no respondería más, no despertaría, pero lo único bueno es que si se la poniamos ella ya no sufriría más, no moriría sufriendo.

-Hazlo -dijo mirandome.

-Cuidad a Ruth -volvió a murmurar -Diego, -susurró mirandome -cuidala por mi.

-Te lo prometo -agarre la jeringa e inyecte el líquido en su piel, mientras le prometia mirandola a los ojos, que cuidaría de su ser más preciado.

Pero sabia que eso no podría suceder, en el momento que Ruth supiera que yo fui el causante de la muerte de su madre, no querrá saber nada más de mi. Yo no era el indicado para protegerla por siempre.

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