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Dante

Al abrir mis ojos no pude creer lo que estaba pasando.

Sebastián y Emma estaban frente a mi esperando que despertase.

Empecé a mirar a mi alrededor y me percaté de una figura conocida.

Nando.

Estaba atado de pies y manos en una silla de madera, el se movía y pataleaba intentando soltarse, pero al parecer las cuerdas estaban atadas con fuerza y no le permitían soltarse, además la cinta en su boca no ayudaba mucho, el intentaba gritar con todas sus fuerzas, pero lo único que causaba era que la saliva se acumulase en sus mejillas sin poder dejarlo hablar.

Se lo que le harán.

Tengo experiencia.

Pero lo que no entiendo es por qué van a torturarlo si es un ser muy querido para Emma.

Se supone que eran novios ¿no?

Solo me bastó un segundo más para darme cuenta que tengo a Ruth a mi lado de la misma forma que Nando.

Atada de pies y manos y con una cinta en la boca, la diferencia era que Ruth no se movía, seguía dormida, con su cabeza ladeada y el cuerpo echado hacia delante.

Yo sin embargo, no tenía ningún tipo de cinta y mis articulaciones estaban atadas de una manera más floja, ya que yo si podía mover mis brazos y piernas con facilidad.

— ¿Por qué hacéis esto?

— ¿Tú vas a preguntar? —respondió Emma de una manera cortante.

— Soltad a Ruth— dije.

— Mi hija es la que más importa aquí, así que no — dijo Sebastián acercándose a mi.

— ¿Y a el por qué lo tenéis así? Se supone que era tu novio ¿no Emma? — ella lo miro y luego soltó una risa burlona.

— Lo era antes de traicionarme — dijo mirándolo con furia — si hubiera entrado en el bando de Sebastián junto a mi no hubiera sido problema, pero decidió ayudaros así que ahora va por el mismo camino que vosotros.

— ¡Lo hice por nuestro bien! Pero decidiste hacer las cosas mal — soltó Nando de repente haciendo muecas intentando vocalizar, algo que le costó, ya que aún tenía la cinta en su boca.

— ¿Por nuestro bien? ¡Hicimos un pacto con Sebastián Nando! Pero tu decidiste romperlo y por eso estás aquí — volvió a decir Emma con furia.

— ¡Pero tu sabes que no está bien!

— Mi amor, entremos en la cárcel de manera injusta, Sebastián nos sacó de ahí y nos dijo las normas, pero has decidido romperlas, y ese es tu problema — dijo Emma intentando hablar en un tono dulce, algo que no le salió muy bien.

— Bueno, va siendo hora de empezar — dijo Sebastián acercándose a Ruth.

— ¡No te acerques a ella! — advertí.

— ¿O qué? ¿Que vas a hacer?

Luego de decir esas palabras con la mirada fija en mi, comenzó a darle bofetadas a Ruth para intentar despertarla.

— ¿Que pasa? —dijo Ruth con una voz casi inaudible.

— Mi amor — esa palabra salió de mi con suspiros y sin control, no supe cómo contener las lágrimas y de repente comenzaron a brotar de mis ojos, susurrandole cosas a Ruth para que estuviera tranquila.

— ¿Dónde estamos Dante? — preguntó.

— Tranquila hija, estás con tu padre — susurró Sebastián agarrando el mentón de Ruth con una risa burlona.

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