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Dante

Al escuchar ese nombre mi cuerpo se tensó. Esto no podía estar pasando.

En ese momento me sentía la persona más miserable de el universo.

No podía creer cómo el mismo hijo de mi victima hace 5 años lo tenga al frente de mi.

No sabía que hacer, correr y salir de ahí era mi primera opción pero no podía dejar a Margarita aquí sola.

En cuanto Ruth y Zack entraron con el doctor fui directamente a la sala donde se encontraba Margarita.

Necesitaba contárselo, necesitaba desahogarme y quien mejor que mi madre para hacerlo.

Entre a la sala con lágrimas en los ojos, el doctor seguía revisando su herida e intentando curarla, pero ella no se dejaba.

El doctor decidió irse y volver más tarde cuando ella esté más calmada y tranquila.

—¿Que ha pasado?— dijo viendo mi ojos preocupada.

—Soy una basura de ser humano.

—¿Por qué dices eso? Eso no es verdad.

—Si lo es, acabo de escuchar el apellido de Zack. Yo maté a sus padres— mi voz salía temblorosa y entrecortada por el nudo en mi garganta.

—Lo se hijo. También se lo arrepentido que estas por ello, no te voy a dar una palamadita en la espalda y decirte que va ha estar todo bien, por que nadie mejor que tú sabe que no lo está y que no está bien lo que hiciste. Tampoco pretendo hacerte sentir mal, pero lo que hiciste aún no lo has pagado, tarde o temprano vendrán las consecuencias, y cuando todo pase tendrás que comenzar a olvidar el pasado y pasar página. Yo te perdono, por que veo tu arrepentimiento en los ojos, soy tu madre y te quiero con todo mi ser, estaré aquí para ti, apoyándote y ayudándote a seguir adelante. No quiero verte hundido, eres muy fuerte cariño.—finalizó atrapandome entre sus brazos dándome un abrazo muy fuerte, algo que necesitaba desde hace tiempo.

Me quedé ahí, entre sus brazos por un largo rato mientras me acariciaba la cabeza y me daba ese amor maternal que siempre anhele.

—Gracias— susurré.

Ruth

El doctor comenzó a chequearme, me apunto a los ojos con una luz muy brillante.

—Ruth— el doctor habló y pude observar como una sonrisa se asomaba en sus labios— posiblemente, con un trasplante de córnea puedas volver a recuperar tu vista.

Zack gritó de emoción, se acercó a mi dándome un gran abrazo y llevándome la cara de besos.

Sí, era muy cariñoso, me quería como si fuese su hermana, siempre ha estado a mi lado, celebrando mis logros y ayudándome en mis derrotas, por eso y mucho más le considero mi mejor amigo.

—¿Cuando sería la operación?— pregunto Zack entusiasmado.

—Todavía no se sabe. Primero hay que encontrar a un donante, una persona que haya fallecido y que tenga sus córneas en perfecto estado seria el donante perfecto.

—¿Y si le doy yo un ojo mío?— dijo Zack de repente.

El doctor comenzó a reírse a carcajadas mientras negaba—No, eso no va así querido. Por ahora estás bien, te quedarás aquí un par de días hasta que te recuperes de el todo—dijo esta vez dirigiéndose a mi.

—¿Cómo vas a decir eso?—le dije a Zack cuando el doctor ya se había retirado.

—Yo estoy dispuesto.

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