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23°

Ruth

No puedo creer que Dante haya sido capaz de hacer algo así, de verdad no lo entiendo.

Cuando me ayudo, lo hizo para después querer matarte.

Ese pensamiento no para de rondar por mi cabeza, no me deja llegar tranquila a casa.

No se donde estoy, tampoco se como voy a llegar.

De repente, un fuerte ruido se volvió a escuchar, era el mismo que apareció cuando estábamos entrando al coche.

Supuestamente provenía de el mirador.

Un momento.

El mirador....

Dentro estaba mi padre.

No ha pasado mucho tiempo desde que salimos de ahí.

El ruido dejó de escucharse y una voz familiar se hizo presente.

— ¿Ruth estas bien?— dijo la voz de una chica.

Asentí— ¿Quien eres?

— Soy Emma la chica de antes, ¿necesitas ir a algún sitio?

— ¿Donde están Zack y Diego?

— Se fueron, si quieres te llevo con ellos— asentí

Emma agarró mi brazo y comenzó a andar conmigo.

A mitad de el camino comencé a escuchar unos frecuentes pasos detrás de mi.

No le di mucha importancia y seguí andando.

(...)

—Ya estamos llegando— dijo Emma acariciando mi brazo.

Los pasos no cesaban.

Quizá soy una paranoica y escucho cosas.

Emma estaba de lo más tranquila, y no mostraba ningún tipo de miedo.

—Ya estas aquí, Diego esta en tu casa, yo me voy ya— dijo y despacio soltó mi brazo mientras noté como se alejaba.

Cuando estaba andando para llegar a mi casa, seguía escuchando los pasos.

Como pude toqué el timbre y alguien abrió, pero no dijo nada.

Solo logré escuchar un par de susurros.

— ¿Mama? — intente tocarle la cara a la persona que supuestamente estaba frente a mi, pero solo logré pincharme con los pelitos de una barba.

—Ruth soy yo, Diego, pasa — me guió hasta un sofá.

—Voy a traerte un vaso de agua— asentí.

Comencé a escuchar el ruido de unos ronquidos— Mi mamá ha vuelto a dormir ¿verdad?

Antes de que Diego pudiera responder una voz grave sonó— Sí — era mi padre.

— ¿Que haces aquí? Te dije que te fueras— Diego volvía con la voz agitada.

— ¿Sabes quién a conseguido que tu mami esté así? — dijo mi padre con un tono burlón— tu amigo Diego— finalizó con voz seria.

—¡Callate!— dijo Diego de repente y algunos golpes comenzaron a sonar.

Aunque no pudiera ver nada, sabía a la perfección que algo malo estaba por pasar.