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30°

Ruth

—Emma, vuelve aquí —gritó mi padre.

—Emma, mi amor no lo hagas, por favor —Nando estaba devastado —no quiero que acabes igual —dijo en un hilo de voz.

Pero Emma no habló, solo se dio la vuelta y susurró un "lo siento" sin ningún remordimiento.

Mi padre agarró a Dante de sus piernas sacandolo afuera de el mirador, dejando rastro de sangre por donde el pasaba.

Lo dejó de rodillas frente a unas escaleras y de una patada lo tiró de espaldas.

—Dante... — dije en un susurro intentando acercarme.

—No te muevas.

Nando no me dejó ir.

—Se va a desangrar si no lo ayudamos —dije desesperada.

Al ver que no nos acercábamos Emma entró con mi padre y las puertas se cerraron. Mi padre seguía con su sonrisa arrogante y victoriosa en su rostro como diciendo "te destruiré Ruth, de una manera u otra lo voy a hacer"

Ya lo está haciendo, ya me había destruido y de la peor forma.

Me siento sin ganas de nada, no quiero seguir así.

No quiero seguir aquí.

Ya no me importaba nada.

Nando me soltó, fue corriendo hacia Dante y lo levantó —Debemos llevarnoslo —suspiró —¡¡AYUDA!!

—Sigue gritando, ya veras que acabarás aún peor que el, bastardo traicionero —exclamó mi padre desde una ventana, apuntando con un arma.

—Vamonos de aquí, rápido —susurré.

Nando y yo comencemos a correr como si no hubiera un mañana, entre tropiezos y caídas conseguimos salir de la zona de peligro.

Dante seguía sangrando y Nando cada vez me desesperaba más.

—No sé que hacer Ruth.

Sin mucho tiempo y sin pensar en nada desabroché mi camisa, la rompí en algunas partes e intenté taponar la herida como pude.

Quedé tan solo con mi sujetador puesto y mi piel manchada de sangre, pero no me importó —Debemos llevarlo a un hospital —dije viendo que la técnica de la camisa no estaba funcionando del todo.

—¿Cómo?

Por un momento pensé que Nando estaba haciendo tiempo y que verdaderamente el no tenía intención de ayudar.

A lo lejos vi un coche, seguia teniendo mi visión borrosa, pero pude identificarlo inmediatamente.

Corrí hacia el, agarré una piedra que había en el suelo y la lancé contra la ventana de el vehículo, haciendo que esta se rompiera en muchos pedazos.

La alarma de seguridad comenzó a sonar y una familia que se encontraba en el lago se percató de mi robo.

Un señor mayor frunció el ceño y comenzó a correr hacia mi, agarró una escopeta de caza y me apunto enfurecido.

—¿Que cojones piensas que estás haciendo? —dijo sin bajar el arma.

Su familia, dos niños pequeños y una mujer se encontraban a algunos metros de mi. La señora escondía a sus hijos detrás de ella para intentar no asustarlos.

Tenia intención de explicarle lo ocurrido, pero Dante estaba luchando por su vida y eso era mucho más importante.

Las llaves de el coche estaban puestas, así que sin pensarlo mucho más arranque el coche y como pude y sin mucha práctica derrape para llegar a donde Nando.