Bruce llevaba todo el día encerrado en la batcueva. Ambos sabíamos que todo el tiempo perdido no serviría para nada y aunque yo tenía mis propias formas de continuar con la vida, él no era como yo, él no podía ver al mundo hundirse, a Gotham desaparecer por la maldad de alguien sin que pudiese hacer nada. Había probado todo lo que se le había ocurrido, pero solamente había funcionado esa forma de desactivarla cuando realmente nunca había estado conectada al sistema nervioso de nadie o, por el contrario, de hacerlo, esa persona ya estaba muerta así que en el fondo era lo mismo, no había nada de lo que alimentarse.
Había pasado todo el tiempo observándole trabajar. Su ceño fruncido, su desesperación, había creído que no volvería a encontrarme a ese hombre de acero que tan solo dejaba ver sus debilidades cuando estaba solo o con quien considerase que no podría hacerle daño. De todos modos, las barreras no desaparecían del todo, él seguía alerta, esperando que cualquier cosa ocurriese para perderse dentro de su traje, surcar las noches e intentar salvar una vez más al mundo.
— ¿Se sabe algo nuevo? —me preguntó Alfred con una bandeja en la mano.
— Puedo oírte —repuso el murciélago antes de que pudiese decir una sola palabra.
— Se está volviendo más cascarrabias por momentos, pero esa es toda la información que tengo para darte, Alfred —con toda la curiosidad que me caracterizaba y la desvergüenza propia de mí, alargué la mano, atrapé un trozo de pan llevándolo a mi boca acto seguido.
Bruce elevó la mirada un par de segundos para dirigirla a mí. No le había hecho ni pizca de gracia ese comentario sobre su propio humor, pero tampoco podía negar que era la verdad absoluta.
Suspiré antes de tumbarme sobre la mesa de operaciones y poner un ojo sobre la lupa que había de estilo relojero, pero mucho más grande, observando aquel bichito medio tatuaje, medio no sabía qué decir, tan extraño que había sobre la mesa. Era igual que una garrapata, con esas horribles patitas, pero cuando estaba acomodado en la piel, no podía distinguirse si era un objeto extraño o una especie de tribal creado con la tinta permanente que muchos adoraban dejar en su cuerpo.
— ¿Sabes qué diferencia hay de...?
— No. No sé qué es lo que cambia. No sé qué hay de diferencia entre mantenerse en un sujeto vivo o no, porque no puedo traerme a ninguno de ellos aquí, ni puedo tenerle todo ese tiempo investigándole, asegurándole que vivirá si no es así, si no puedo darle una certeza —suspiró antes de sentarse en la silla que tenía detrás.
— ¿Funciona dos veces la misma?
— No he tenido la oportunidad de ver si funciona en dos personas diferentes después de haber matado a una.
Mordí mi labio inferior observando aquella especie de garrapata y pensando si habría alguna posibilidad de encontrar a alguien que acabase de ponerse alguno de esos objetos o que le hubiese caído encima o como demonios se estuviesen poniendo de moda, y darle ese tiempo a Bruce para que pudiese investigar todo lo que quisiese. Siempre teniendo en mente que el tope estaría en el máximo de horas que puede sobrevivir un sujeto así.
Observé a aquel bichito. Lo toqué con la uña y no produjo ni un solo movimiento, pero Bruce me miraba fijamente, casi con la esperanza de que no fuese a hacer lo que era evidente que haría. Él necesitaba una cobaya y sabía lo que ocurriría si Bruce no pudiese salvar a Gotham.
Bajé mi mirada y volví a observar a ese objeto tan insignificante antes de tocarlo con la yema de mi dedo en lugar de con la uña en esta ocasión. El bichito reaccionó, se encendió por mi propio calor corporal y rápidamente se subió a mi dedo buscando el lugar exacto para poder plantarse y conectarse a mi sistema nervioso.
— ¡No, Selina!
Bruce intentó quitarme aquel bicho sin ningún tipo de resultado. Ese insignificante ser era mucho más rápido que él y se escondía con gran facilidad para que sus dedos no lo atrapasen. Por eso, cuando llegó a un lugar que le pareció perfecto, calvó sus patitas y me enterró ese condenado aguijón que había dolido como un demonio hasta que se conectó a mi propio sistema nervioso.
La cara de Bruce se descompuso mientras la de Alfred parecía todo un poema. Tenía el tiempo exacto para descubrir qué había cambiado y lo estaba desaprovechando.
— ¿Qué tal si en lugar de mirarme con esa cara de pasmarote, te pones a investigar? —pregunté con esa forma que siempre tenía para recordar a los demás las equivocaciones que estaban cometiendo.
El ceño fruncido volvió, me miró como si mirase a uno de sus objetos de aquel lugar, no había más. Tanto él como yo habíamos entendido que cada segundo contaba y sabía que intentaría olvidarse de quién era, de nuestra historia, del momento, de todo para centrarse en qué diablos había logrado que ese aparato terminase conectándose de nuevo encontrando en mí su nueva fuerte de alimentación.
Me quedé observando lo cuidadoso que era, la forma en que revisaba y volvía a revisar haciéndole más fácil la labor aquella memoria de elefante que tenía. Los objetos que usaba para manejar ese aparato eran tan pequeños que ese bichito casi parecía grande, a medida que iba transformándose en el tribal sobre mi piel. Era como una cuenta atrás, como si aún tuviese menos tiempo porque parecía haberse formado un juramento en el aire, una regla que ninguno había sospechado antes. En el instante que no se viese garrapata alguna y solo el tatuaje falso, en ese momento sería cuando estuviese condenada. De ahí la rapidez de Bruce, de ahí el silencio pesado de la sala y de ahí mi propia idea de haber terminado metiendo la pata hasta el fondo tan solo por haber querido ayudar. ¿No era evidente que el lado bueno no era el mío? El mundo se desmoronaba si me cambiaba de bando, aunque ahora, la que corría peligro era mi vida.
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Rise of Gotham
FanfictionEl murciélago ha desaparecido y eso lleva a Selina a una encrucijada pues está dispuesta a mantener a flote la ciudad mientras regresa su justiciero, básicamente porque se niega a creer que Batman ha muerto.