Capítulo 33

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El último sonido fue el resto de cetro que quedaba entre mis manos cayendo al suelo en el silencio que había quedado en aquel lugar. Aún no podía creer que Bruce estuviese del bando contrario, ese bando que sabía que, por cualquier clase de principio, jamás tocaría. Él no era el villano de la historia y mucho menos la marioneta en las manos de ninguno de esos seres, pero todo parecía indicar que no había duda, que aquella era la verdad, la única verdad. ¿Le había salvado de dos años de olvido para terminar sumergido en una pesadilla peor? No. Pero me costaba ser consciente de qué podía llegar a hacer para tener entre mis manos la posibilidad de librarle de su propio final. Si alguien veía al murciélago cometiendo atrocidades daría toda la razón a sus detractores y aquellos que sí creían en el héroe que siempre había sido volverían a temer atormentados por la idea de estar solos frente a un incansable grupo de lunáticos.

Casi podía distinguir aún la silueta del murciélago entre la oscuridad de la noche y luchaba por no dejarme llevar por las intensas ganas que tenía de ir tras él buscando darle de golpes hasta que despertase de ese patético juego en el que se había metido.

Fruncí mi ceño antes de pensar en algo diferente. ¿Por qué la palabra juego casi parecía tener sentido en todo aquello? ¿Por qué parecía estar en un sin fin de niveles cada vez más complicados? ¿Tendría lógica si...?

Así que, dispuesta a descubrir algo más de lo que hubiese querido, cambié radicalmente mis planes. Tenía que asegurarme si estaba o no en lo cierto. Aquello olía demasiado mal y jugar bajo las mismas reglas que el resto no era una parte de mi forma extraordinaria de actuar.

— Señorita Kyle...

— Penny One —dije después de ponerme el casco—, sé que no aceptas todas las decisiones de Batman, pero ahora te toca aguantar las mías te gusten o no, así que, agárrate que vienen curvas.

Arranqué la moto con toda la violencia que pude quemando rueda hasta que finalmente permití que escapase de aquella trampa que me habían puesto los villanos de Gotham. Tenía muy claro que mi siguiente paso debía ser uno concreto. A veces, mi mente podía ser brillante o dejarse llevar por una divergente manera de pensar y eso siempre había permitido a Batman ganar las batallas por lo que... ¿por qué no las mías?

El viento casi parecía ejercer más fuerte de rozamiento con cada movimiento de la moto evitando que fuese tan deprisa como yo quería que fuese. Pero pese a todo, pude llegar, alcancé el lugar que había estado en mi cabeza durante todo el trayecto. El asilo de Arkham abría sus quejosas puertas para darme la bienvenida igual que en una película de terror donde los protagonistas se están metiendo en la boca del lobo o en la casa encantada.

Me bajé de la moto y me apresuré a ponerle todos los dispositivos de seguridad para que nadie pudiese robármela. Batman siempre tenía cachivaches nuevos para proteger sus juguetitos favoritos y estaba deseando ver qué le ocurriría al que tocase el vehículo en esta ocasión.

Me aseguré de tener perfectamente colocado mi látigo y saqué las garras en el instante que la puerta del edificio se abrió ante mí. Todo estaba siendo demasiado fácil, casi como si mis sospechas estuviesen siendo confirmadas o, por el contrario, una manera de negarlas con todas sus letras. Sí, porque, ¿cómo podían permitirme entrar tan fácil allí después de cómo había salido la última vez?

La mirada felina estaba puesta en todas partes. El verde se había transformado en una esmeralda que parecía gritar a todos que la única piedra preciosa que había en ese sitio se escondía en mi propio ser. Irónico para la mayoría que me hubiese conocido bien. Selina Kyle escondía mundos mucho más grises que otros villanos que tenían bastante más clara su locura.

Saqué el látigo al ser consciente que no estaba sola en esa parte del edificio. Había escuchado las pisadas y por mucho que hubiese seguido el mismo recorrido hacia las celdas que había hecho un año antes de que el murciélago fuese encontrado por mí misma, ahora sabía que había más de lo que había visto.

Allí estaba, sentado, murmurando ese continuo conjunto de sonidos sin sentido que se habían deformado tanto hasta el punto de que no tenían sentido, aquel conjunto de sonidos que siempre había creído que era la verdadera ubicación de Wayne y que, ahora, había comprendido que no era así.

— Hola, ventrílocuo —dije antes de ver cómo sus ojos se ponían sobre mí. Quizá era la primera vez que realmente le estaban llamando por su nombre—. ¿Qué tal has estado?

Abrí la celda con la facilidad que mis cinco dedos me permitían y no me importó ni mucho menos que empezasen a sonar todas las alarmas como era natural que sonasen.

— Creo que sabes más de lo que realmente te están dejando decir, ¿verdad?

Caminé despacio hacia su posición y luego me giré dándole la espalda para dirigirme hacia una caja que estaba cerca. Allí, me incliné y abrí la caja encontrando allí al famoso muñeco Scarface. Sonreí percatándome que la mente del murciélago no era la única avispada en todo este suceso. Me puse de pie con el muñeco en mis manos volviendo a fijar mi mirada en el hombre al que habían maquillado hasta que resultaba irreconocible.

— Dámelo...

Fue la primera vez que dijo algo ajeno a todo ese tejemaneje extraño que parecía haber repetido siempre como un disco rayado hasta el último segundo, hasta ese instante en donde ya había dejado ese discurso en cualquier parte solo por ver a su otra personalidad, a su otro ser, a su muñeco.

— Antes tú y yo tenemos que hablar —dije satisfecha antes de mover uno de mis dedos acariciando con mi uña la cicatriz del muñeco del ventrículo que le cruzaba toda la cara—. Sin intermediarios. 

Rise of GothamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora