Capítulo 32

24 2 0
                                    

Corría todo lo que podía. Mi corazón latía a la mayor velocidad, pero estaba acostumbrada a ese tipo de situaciones. Coleta me había vendido. Tenía a un montón de locos subterráneos que besaban el trasero de esa lunática detrás de mis talones y lo único que podía hacer era intentar que todos aquellos fuesen cayendo uno a uno, nada más que uno a uno. De todos modos, si eran un grupito pequeño tampoco le decía que no a mi autoestima que subía como la espuma cuando todos acababan medio groguis contra el pavimento.

El reflejo en una tienda hizo que viese sin problema como uno que parecía correr igual que un demonio, estaba a punto de ponerme la mano encima. Saqué mi látigo y aproveché la primera farola para realizar una vuelta completa como aquella que todos los niños siempre intentaban en los columpios y acabar por golpear la espalda de ese ser con mis dos pies para dejarle lo peor parado posible. Sin embargo, el sonido metálico que indicó que su cabeza había chocado con el buzón de correos que había en la calzada me hizo saber que no tendría que preocuparme por él en un gran rato si es que se terminaba despertando esta noche.

¿Por qué corría? Porque yo misma tenía mi propio plan. No pensaba dejar que se creyesen que tenía un as bajo la manga, pero lo tenía. Así que mi objetivo era hacerle creer a esa no-hija del Joker que la tenía tanto miedo a ella como a sus bichos sin cerebro porque eso no podían ser humanos.

Un círculo perfecto que había realizado gracias a mis conocimientos de las calles de Gotham que tantas noches me había pateado solamente para despistar al murciélago que ahora mismo me necesitaba. Saqué mis garras retráctiles y el enfado fue más que evidente en mi rostro. Trepé un edificio y sigilosamente dí los pasos necesarios hasta realizar un mortal hacia delante acabando detrás de la loca de la careta.

— Tienes dos posibilidades. O hablas o te arranco la garganta —dije antes de que ella se diese la vuelta en un ridículo saltito mostrándome esas facciones monstruosas y ese rostro que se estaba pudriendo sobre el suyo propio.

Lanzó un golpe al aire cortándolo con ese condenado y raro bastón que portaba casi como el cetro de una reina. Mis dedos agarraron ese trozo de metal sin importarme el daño que pudiese hacerme, quedándose tan solo a unos centímetros de mi rostro y cuando, finalmente, un nuevo plan empezaba a distinguirse hasta en las facciones del esperpento que tenía delante, apreté mi mandíbula golpeando con fuerza su cabeza con una de mis piernas.

La sola idea de mi cuerpo tocando ese rostro que se estaba pudriendo me resultaba asquerosa, pero ahí había muchas más posibilidades que todo aquello.

— ¿Qué es lo que estáis tramando? —el bastón se había quedado entre mis dedos y ella había caído al suelo por el golpe antes de levantarse buscando atacarme. Usé el cetro tan horrendo como su dueña para volver a golpearla demostrando que no solo era el látigo mi mejor amigo, sino que podía manejarme con más armas de las que le gustaría a muchos tener que admitir en voz alta—. ¡Te he hecho una pregunta!

La estridente risa de la mujer de cabello indescifrable tenía una tonalidad casi agónica, tan aguda que podía romper todos los cristales que había cerca de nosotros.

— ¿Qué estamos tramando? —soltó nuevamente entre carcajadas que parecían hacer temblar todo su cuerpo—. Ni tan siquiera puedes llegar a imaginártelo, gatita.

Como detestaba cuando me tomaban por tonta y más aún aquel sucedáneo de villano que era más molesta que una mosca cojonera un día de verano donde uno, simplemente, quería sudar a gusto. Cansada de soportar esa risa, volví a usar el cetro para darle con él en el cuello buscando meter su nuez hasta que le resultase complicado pronunciar sonido.

Ni tan siquiera fui consciente de lo que estaba pasando allí. No pude ni contemplarlo antes de que ocurriese en mis narices. Frente al dichoso cuerpo de esa molestia del subsuelo, una figura se había posicionado cortándome toda posibilidad de golpearla. Pude distinguir en tan solo un par de segundos, qué era lo que había frenado el cetro y vi las púas que tantas veces habían salvado la vida de Bruce como cuchillas cortando, incluso, las espadas de Deathstroke.

Mis ojos verdes se fijaron en los ajenos. Azules, tristes, me observaban igual que lo haría un niño pequeño que sabía que tenía que hacer algo malo, pero que no tenía forma de negarse a ello. Sin pronunciar palabra, el cetro terminó partido por la mitad y pese a los alaridos de la hija del Joker, ninguno de los dos dejamos de mirarnos porque ella había dejado de tener importancia.

— Bat...

— Cat, por favor, regresa a la mansión y no salgas.

Tragó con dificultad retomando la postura imponente a la que estaba tan acostumbrada. No entendía porqué estaba allí y mucho menos comprendía qué diablos estaba pasando para no me dejase darle un golpe en el cuello que no la mataría sabiendo que él había dado palizas mucho peores.

— Vamos, Batman. Tenemos mucho que hacer aún —siseó Talia igual que una serpiente, apoyándose en el costado de Bruce y observándome con sorna.

No, aquello no podía ser real, ni mucho menos. No iba a permitir que el murciélago se pasase al otro lado, que terminase siendo parte de lo peor que había en la ciudad de Gotham cuando había intentado salvarla tantas veces. ¿Cómo él mismo podía aceptarlo como si nada?

— No vayas... —supliqué como si el Bruce que yo conocía pudiese aparecer de pronto para demostrarle a todos los villanos que estaban equivocados y que él no iba a hacer todo lo que quisiesen.

— No puede evitarlo. Tiene que... así que prepárate para el fin gata revoltosa. Te mandaremos las invitaciones de boda —rió la espadachina mientras caminaba alejándose de mí.

Aquel fue el golpe más doloroso que podía haberme dado en ese instante. Los ojos de Bruce se fijaron en los míos y... no pude ver nada en ellos, ni tan siquiera vergüenza. Por eso, la rabia empezó a consumirme y cuando todo parecía estar terminando, fueron mis garras las que arrancaron un alarido en Wayne cuando las había clavado en su protección contra el mundo, allí donde habían dejado de estar cuando había vuelto a la vida, allí donde no había quedado marca de lo ocurrido antes de que el Joker destrozase todo eso.

Sin embargo, ¿cuándo había Bruce pronunciado algún sonido que indicase que estaba sufriendo el más mínimo dolor? Tan solo cuando era insoportable y yo misma sabía que para él un arañazo no lo era. ¿Qué diablos significaba todo eso? 

Rise of GothamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora