Caminé lentamente hasta el cuerpo sin vida de Batman. No podía creérmelo. Estaba ahí, inerte. El payaso había desaparecido de entre sus brazos. Por alguna razón, el murciélago le había impedido llegar a un lugar concreto de la ruta hacia el que se había estado arrastrando. No obstante, mi cabeza estaba embotada. Él era lo único que veía. No había nada ni nadie más que me importase.
Su sangre prácticamente me llegaba a los pies y no podía creerme que su cuerpo estuviese sin vida. Me puse de cuclillas a su lado y cuando fui capaz de encontrar el valor suficiente, mi mano fue a su rostro que a pesar de estar enguantada podía sentir el frío intenso que desprendía su cuerpo como si hubiese estado en el polo. ¿Por qué? ¿Por qué estaba pasando esto de nuevo? ¿Por qué jugaba el Espantapájaros con ese recuerdo en concreto? Precisamente porque sabía que era el más doloroso para mí. ¿Tanto me costaba a mí verlo? Él conocía mis miedos uno de mis principales miedos era un mundo sin él, aquel en el que vivía ahora.
Podía imaginarme al Espantapájaros riéndose, retorciéndose por el placer que le proporcionaba mi sufrimiento mientras Batman seguía delante de mí, frío como el hielo, transformándose tan solo en el recuerdo que aquella ciudad tenía de él. Dos años, lejos, dos años separados y no había dado señales de vida.
Cerré mis ojos por unos instantes intentando mantener la concentración. Batman lo haría. Se recordaría a sí mismo que todo aquello no era real, que nada de eso estaba sucediendo frente a él.
— ¿Selina?
La voz de Bruce llegó a mis oídos tan viva que casi dolía. Abrí mis ojos como acto reflejo encontrándome allí a Wayne, encontrándome a aquel que me había acogido en su casa durante fiestas que había terminado destrozando como diversión personal o parte de mi propio trabajo ilegal.
Sus ojos dulces, azules, preocupados, me observaban como si hubiese algo más de lo que se veía a simplemente vista. Era como si una parte de mi mente estuviese luchando contra aquel veneno y Bruce le ponía rostro como si su personalidad fuerte y sólida fuese lo único que reflejase mi propia lucha.
— No le dejes vencer... —su rostro comenzaba a transformarse. La careta aparecía y desaparecía, me mostraba a Bruce Wayne y a Batman en uno solo mientras me retorcía por el intento que hacía mi cuerpo de expulsar todo ese veneno que había tenido que absorber a la fuerza gracias a esas jeringuillas que tenía por dedos.
Grité. Fue un grito desgarrador como si me estuviesen abriendo en canal y cuando volví a abrir mis ojos allí estaban. Todos los presentes disfrutaban del espectáculo. Habían intentado mantenerme sujeta durante todo lo que hubiese hecho en mi inconsciencia, pero no había sentido nada al estar abandonada en ese mundo de miedos y demonios personales.
Una sonrisa apareció en mis labios al ver el desconcierto de El Espantapájaros que intentaba volver a suministrarme la droga para acabar con mi mente desde dentro. Pero no se lo permití. Elevé la pierna propinándole una patada que impactó con aquella máscara insoportablemente fea y olorosa. ¿Es que nunca la lavaba?
— Creo que ya os habéis divertido suficiente por hoy —gruñí antes de escupir algo de sangre que emanaba de una herida en el labio que no recordaba haberme hecho.
— Yo no creo lo mismo, señorita Kyle. Creo que no es más que el principio —murmuró Enigma.
Le miré, con aquella mirada que solamente regalaba a aquellos que iban a tener un encontronazo con mis garras. Éstas, afiladas, suplicaban porque les dejase jugar un poco con toda la carne allí expuesta. La anarquía reinaba en la ciudad y no tenía a nadie que pudiese evitar lo inevitable. Había estado caminando durante demasiado tiempo por la cuerda floja entre matar y no. Ahora era la supervivencia la que mandaba. O moría yo, o morían todos los demás por muy fuertes que fuesen. Tenía que aprender a jugar bien mis cartas.
Entonces, algo extraño pasó. Todos se quedaron completamente en silencio antes de ver a un ejército de mujeres con sus katanas aparecer delante de mí. ¡No me jodas! Ellas eran peor que un grano en el culo. ¿Tenía que enfrentarme también con ellas? ¿Era todo aquello una puñetera broma?
Allí, frente a mí, todas comenzaron a pelear contra mis enemigos. Me sorprendió comprobar que parecían ponerse de mi parte. ¿Por qué? Era lo que menos me importaba ahora. Aprovecharía su lucha para escaparme de aquellas esposas que me tenían agarrada. De un salto había logrado ponerme boca abajo como los murciélagos, enredar mis piernas en la cadena que tenía como final las esposas y de esta forma ver mejor si podía abrirlas con un pequeño ajuste de mis afiladas garras.
Escuchaba gruñidos, el sonido el metal chocando contra otro tipo de metal era muy fácil de reconocer y cuando estuve fuera de mi pequeña trampa, una de aquellas luchadoras me guió lejos de aquella sala en la que se había revolucionado todo el mundo olvidándose casi de mí. Sus vidas eran más importantes.
Cuando abandoné la sala noté un frío metal apoyarse bajo mi barbilla. Miré hacia quien mantenía la espada apuntándome y no pude evitar esos impulsos de desear arrancarle la cabeza. ¿Ella? Pensaba que había sido... pero no, había sido precisamente ella.
— Talia... —bufé.
— Tampoco es un placer para mí, Catwoman. Pero esto va más allá de ti y de mí. Lo sabes —puntualizó de manera tajante lo que no permitía réplica alguna.
— ¿El murciélago?
— El murciélago.
Nos miramos unos segundos antes de que la espada desapareciese de mi garganta y finalmente regresé a mi anterior búsqueda. Todo aquello era por Batman y siendo más que evidente que ella estaba enamorada aún de él, no creí conveniente recordarle que en los últimos meses de la vida del murciélago me había acostado reiteradas veces con él. No me fiaba de ella, pero mientras pudiese tener una aliada, en esta pequeña tregua, que me salvase el trasero. Bienvenida sea.
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Rise of Gotham
FanficEl murciélago ha desaparecido y eso lleva a Selina a una encrucijada pues está dispuesta a mantener a flote la ciudad mientras regresa su justiciero, básicamente porque se niega a creer que Batman ha muerto.