¿Batman trabajando para Talia? ¿Era una broma? El Bruce que yo conocía no hubiese terminado cediendo, jamás. Ya había estado involucrado en todo lo que significaba ser parte de la liga de las sombras y ahora había aceptado sin rechistar ¿por qué? ¿Por salvarme? No vendas al diablo tu alma, Wayne, pero parece que ya lo has hecho; fue el único pensamiento que pude encontrar con algo de sentido.
Me incorporé en la cama, sin embargo, Alfred, un Alfred bastante maltrecho, no me dejó. Me mantuve en la cama, observando la escena en la que Bruce me miraba y terminaba yéndose con Talia sin mediar más palabra. Era casi asfixiante. Aquello no podía ser real. Tenía que ser una broma, sí, debía ser eso, una broma nada más que una broma por haberme pasado tanto tiempo dormida; pero por mucho que esperé, la figura ni la sonrisa de Wayne volvieron a aparecer allí en la habitación. Solamente quedó el silencio.
— ¿Cómo has podido permitirlo, Alfred? —pregunté en un susurro ahogado.
El mayordomo me miró y suspiró antes de separarse de la cama caminando hasta los pies de ésta. No me había dado cuenta de lo poco vestida que estaba bajo las sábanas, ¿habría tenido fiebre?
— No pude hacer nada, señorita Kyle. El amo Bruce encontró esa solución, estaba desesperado porque volviese a estar viva, porque su corazón latiese de nuevo, así que, cómo pudo, os dio sangre del diablo y os sumergió en una de las pozas de Lázaro. Sin embargo, todo tiene un precio y ahora el señor Al Ghul y la señorita Al Ghul le están haciendo pagar haber usado el secreto de su padre. Se lo ofrecieron hace mucho tiempo. Se negó. Ahora es su pago por haber salvado su vida —se encogió de hombros antes de suspirar profundamente—. Y permítame decirle, señorita Kyle, pero tiene demasiado poder en el trascurso de la vida del señor Wayne. Tanto, que por usted no tendría problema en rasgarse las vestiduras y renunciar a toda su moralidad para mantenerla viva. Eso es algo que, a pesar de todo, nunca hubiese imaginado. Nunca antes lo hizo. Nunca antes lo buscó. Nunca antes se le ocurrió siquiera...
— No, no, no... Tiene que ser una broma. Es mentira. Él... él de alguna manera tiene que estar encontrando la forma de librarse de algo así. Batman no puede cruzar ciertos límites y en La liga de las sombras tendrá que cruzarlos antes o después.
Alfred dio por finalizado el tema. Sabía que tenía sus reticencias y también era consciente de que podría estar echándome la culpa. Así que, no quise seguir discutiendo más, no al menos hasta que me encontrase un poco mejor, nada más. Solo un poco mejor y terminaría haciendo algo, lo que fuese, el plan que se pudiese formar en mi mente cuando la tuviese más despejada. Porque esto no iba a quedar así. Él me había salvado de morir, cierto, pero yo tenía que salvarle de perderse a sí mismo, a su propia esencia.
Me tomé la comida que Alfred me dio, al menos hasta que se fue para continuar haciendo cosas. Me levanté de la cama y rebusqué entre mis prendas. No pude encontrar mi traje de Catwoman, por lo que empecé a desesperarme creyendo que lo mejor que podía hacer era vestirme entera de negro. Sin embargo, se me ocurrió la posibilidad de que estuviese en otro lugar, junto a los suyos, junto a todos esos trajes que parecían darle su verdadero oasis de paz en mitad de toda esa tortura.
Bajé a la Batcueva. No me resultó demasiado complicado que me dejase entrar su sistema informático. Bruce tenía que mejorar la seguridad, a no ser que me hubiese incluido en el reconocimiento físico sin haberme enterado.
Allí, donde debía estar el traje que se había llevado puesto, estaba el mío. Lo quité de su lugar y me vestí antes de que delante de mis narices apareciese el látigo. Alcé mi mirada encontrándome con un Alfred serio, que no mostraba gran expresión.
— Tráigale sano y salvo, por favor.
Asentí suavemente antes de coger mi látigo. Busqué entre todos los baticachivaches algún vehículo que me ayudase a llegar más rápido a donde diablos hubiesen ido puesto que tenía que informarme sobre los movimientos de la Liga de las sombras y tenía pinta de que, en general, la noche iba a ser extraordinariamente larga.
Subida a la Batmoto, salí de la batcueva con una sonrisa en los labios al sentir la velocidad golpear mi rostro. Sin embargo, no iba a divertirme, iba a salvarle, iba, de nuevo, a dar mi vida y realizar un trabajo que no era el mío. Yo no salvaba vidas, pero la de Bruce debía mantenerla viva, necesitaba que lo estuviese. Ya le había perdido dos veces, una cuando creí que estaba muerto, la siguiente cuando me había olvidado por completo. No podía permitirme una tercera, ni tampoco dejar que Gotham sufriese su pérdida. Si había algo peor que la muerte del murciélago es que todo lo que había hecho dejase de ser visto con los ojos que estaba siendo contemplado ahora. Si Batman se volvía uno de los malos, no habría más esperanza para la ciudad.
Aceleré la moto tanto como pude. Sabía a quién tenía que ir a preguntar. También sabía que Alfred estaba dispuesto a informarme de la posición de Wayne, pero había cosas que hacer. Había que encontrar la manera de quitar esa deuda, fuese como fuese y solamente había dos personas que supiesen algo sobre magia, al menos dentro de los bajos mundos y de mis posibilidades de encontrarlos. Constantine y Zatanna era mi única esperanza. ¿Por qué? Porque no podía fiarme de otros que usaban la magia tan solo para robar o para realizar actos vandálicos. Zatanna respetaba a Bruce, al menos, eso creía y Constantine pertenecía a la liga de la justicia oscura o algo por el estilo. Seguro que Batman les había salvado el culo más de una vez y ahora era el momento de corresponderle.
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Rise of Gotham
FanfictionEl murciélago ha desaparecido y eso lleva a Selina a una encrucijada pues está dispuesta a mantener a flote la ciudad mientras regresa su justiciero, básicamente porque se niega a creer que Batman ha muerto.