Cuando Leo estacionó su automóvil al frente de la casa de Guang-Hong, su primer instinto fue quedarse allí, sosteniendo el volante tan fuerte que sus articulaciones le dolieron, y por un momento se preguntó si tendría algo roto. El efecto del alcohol se le empezaba a pasar, y de repente su cabeza dolía y se sintió tentado a quedarse dormido allí en el jardín.
Agarró el teléfono con manos temblorosas y marcó al número de su amigo. La culpabilidad le molestaba en el estómago y lo odiaba. Casi hubiese preferido no molestarlo, no llamarlo como siempre lo hacía, pero Leo no podía soportarlo. Podía soportar cualquier cosa excepto estar solo.
—Estoy... aquí. Abajo —dijo, pero suponía que Guang-Hong ya se lo imaginaba, porque casi de inmediato le colgó.
Guang-Hong apareció a través de la puerta unos minutos después. En ese momento, Leo tuvo que soltar el volante con la mano que le quedaba, permitiéndose salir del auto y caminar hacia él.
—Leo —dijo, y sonaba roto y preocupado y Leo no quería seguir escuchándolo. Guang-Hong se restregó los ojos, como si no terminara de captar lo que ocurría al frente de él—. Tienes sangre en la frente...
Leo apretó los labios, y sintió que se iba a poner a llorar en cualquier momento.
—Mis padres están aquí, duraron toda la mañana discutiendo y creo que van a matarme si ven que choqué el auto. ¿Puedo quedarme contigo?
Guang-Hong asintió de manera repetitiva.
—¿Estás bien? —Extendió sus manos hacia Leo, y sus ojos lo recorrían por todas partes, tratando de ver si su amigo estaba herido. Ni siquiera se molestó en preguntarle si había estado bebiendo—. Vamos... Creo que te puedo llevar al hospital. ¿Tienes frío? Puedo darte mi...
—No, no. Estoy bien. Manejé hasta aquí.
Guang-Hong abrió los ojos de más y Leo volvió a sentirse culpable. A veces le costaba recordar que su amigo sí se preocupaba por él, y que sus propios mecanismos de lidiar con los problemas quizá no eran sanos, y que solo hacían que Guang-Hong lo mirara de esa forma. Preocupado a más no poder y sin poder decirle más nada.
—¿Estás seguro de que...?
Leo asintió.
—Han pasado diez minutos... no fue nada grave. No estoy mareado y puedo hablar y caminar bien —agregó, y tuvo que omitir el hecho de que le dolía un poco la cabeza. Él suponía que era por el alcohol—. No es como si tuviera un derrame cerebral o algo así... —dijo, y trató de sonreír.
El chiste fue de pésimo gusto, porque Guang-Hong se llevó la mano a la cara y negó. Luego, lo agarró de un brazo y lo guió dentro de la casa. Al llegar a la habitación, lo acostó en la cama y se dispuso a hacer lo que había hecho más veces de las que era capaz de contar: empezó a quitarle la ropa y a obligarlo a beber agua.
Lo único diferente fue que tuvo que limpiarle el rostro, y Leo hizo un chiste de que pronto iba a tener que comprar algún botiquín de primeros auxilios por si algún día llegaba peor. A Guang-Hong no le causó gracia, y al finalizar su tarea se dio cuenta de que se había equivocado.
Es decir, lo usual era que Leo se quedara dormido. Excepto que esa vez, cuando Guang-Hong terminó de quitarle la ropa y Leo quedó en ropa interior, no lo estaba.
Guang-Hong se hubiese sonrojado de no ser porque ya estaba acostumbrado. Cuando miró a Leo a los ojos, este le observaba fijamente, y allí sí sintió su cara ponerse escarlata y tuvo que desviar la mirada, porque Leo nunca le miraba con tanta seriedad, ni con tanta determinación.
Así que quizá sí había varias cosas diferentes esa vez.
—¿No te pasa que a veces te sientes muy solo?
![](https://img.wattpad.com/cover/171024338-288-k416729.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Handsome Devil [OtaYuri]
FanfictionComo cualquier adolescente, Yuri Plisetsky odia compartir su habitación. Medias sucias tiradas por doquier, bolsas de frituras que él no se comió regadas en el piso y madrugadas sin poder dormir por los ronquidos de alguien más. Es por eso que desde...