Yuri tenía pocas esperanzas de que la boda fuese una ceremonia tranquila. Es decir, era su madre de quien estaban hablando.
No sabía qué hora era, pero sabía que iba tarde, muy tarde. Lo suficiente para que cuando su mamá lo viera lo primero que hiciera fuese fruncir el ceño —quizá por lo horrible que se veía—, y luego, al darse cuenta que era Yuri, su Yura, casi corriera hacia él y empezara a hablarle en exclamaciones.
Él le dijo que estaba bien, y que sí, ya se había tomado algo para el dolor de cabeza. Cuando le preguntó si había desayunado tuvo que asentir, temeroso a devolverlo en plena celebración. Por último, ella le dijo que podía bañarse y vestirse, porque dentro de un rato almorzarían en familia —Yuri arrugó la nariz ante eso—, y luego empezaría todo. Así que tendría que ser lo más rápido que pudiera. Le dijo otras ciertas indicaciones y él tuvo que ir, arrastrando las maletas tras de sí.
Cuando llegó a la casa, un tipo estaba de pie en el centro de la sala dando órdenes de un lado a otro. Yuri se quedó de pie mientras movían una mesa a través de la puerta.
—Tú tienes que ser Yuri —dijo él.
Yuri entrecerró los ojos. Parte de él esperaba que el alcohol que quedaba en su cuerpo le hiciese el favor de metabolizarse más rápido.
—¿Y tú eres?
El tipo sonrió.
—Me llamo Viktor y estoy aquí para...
—Sí, sí. —Yuri hizo una seña de manos, quitándole importancia.
Eso le recordaba mucho a cuando estaba pequeño y a diario su madre le presentaba personas que, según ella, se suponía él debía conocer. Personas como diseñadores o estilistas, porque trabajaban en la industria, y eso. El tipo al frente de él solo tenía cara de tener dinero y parecía divertirse indicándole a las personas que entraban donde colocar cada cosa. Yuri nunca iba a entender por qué le pagaban a una persona para organizar mesas, pero como fuese, no había manera de hacerle entender eso a su madre, o a su futuro esposo, al parecer.
Cuando entró a la habitación que le habían dicho lo primero que vio fue a su abuelo, sentado mientras veía por la ventana.
—¡Abuelo! —De inmediato Yuri soltó su maleta y fue corriendo hacia él para abrazarlo—. Te extrañé. Fui de los mejores en mi salón, ¿sabías eso? Te hice caso.
Nikolai suspiró con una sonrisa, y luego empezó a toser y Yuri tuvo que separarse. Un poco más de lejos, Yuri se fijó que su abuelo estaba en una silla de ruedas, y una parte de sí le gritaba que tenía que preguntar sobre eso, en serio se suponía que debía hacerlo, pero desistió de ello mientras negaba con la cabeza.
Si algo grave hubiese pasado, sabía que su abuelo sería el primero en decirle.
—Me alegra. Eso y que hayas venido —dijo. Yuri sonrió, y resistió las ganas de volverlo a abrazar—. No pude prepararte nada esta vez...
—Está bien. No pensé que te encontraría aquí. —Hizo una pausa, para luego soltar un ruidito de exasperación—. Harás que esto sea menos horrible.
—Yurochka...
—Digo la verdad, abuelo.
Alguien tocó en la puerta y casi inmediatamente después la abrió de un portazo.
—Yura —dijo Alina, así y sin preámbulos—, estuve pensando... y no me vayas a matar —agregó—, pero creo que deberías cortarte el cabello.
—¿Qué? No. —Por instinto, lo primero que hizo fue agarrarse la punta de un mechón. Yuri estaba acostumbrado a que su cabello le cayera hasta la clavícula y parte de su espalda, lo suficiente para poder amarrarlo—. Me queda bien.
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Handsome Devil [OtaYuri]
FanficComo cualquier adolescente, Yuri Plisetsky odia compartir su habitación. Medias sucias tiradas por doquier, bolsas de frituras que él no se comió regadas en el piso y madrugadas sin poder dormir por los ronquidos de alguien más. Es por eso que desde...