27. Tengo cien problemas y tú eres todos ellos

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Lo más tierno hubiese sido que ambos se quedaran en la misma posición como habían empezado a dormir por el resto de la noche: uno al frente del otro y con sus manos rozándose.

El problema, fue precisamente ese. Por alguna razón desconocida, Yuri estaba diagonal en la cama y sus piernas las tenía encima de las de Otabek, quien de forma inconsciente mientras dormía luchaba con todo lo que tenía para proteger el poco espacio en el colchón que le quedaba.

A pesar de eso, Yuri fue el que se despertó primero debido al timbre de su teléfono.

Tuvo que suspirar, arrastrarse a sí mismo hasta el baño y ponerse ropa decente para salir de la habitación. Si bien el internado era un sitio donde los estudiantes tenían que vivir, al menos en su caso, salir fuera de los dormitorios con pijama o ropa cómoda era mal visto. En los fines de semana las normas en cuanto a la ropa eran mucho más flexibles, pero sí salías, debías estar presentable, y como regla implícita y si por alguna razón no podías estarlo, al menos debías salir en uniforme.

Mientras luchaba por colocarse los zapatos y revisar las notificaciones de su teléfono al mismo tiempo, Otabek se movió en su cama y lo miró.

—¿Reunión del club? —preguntó.

—Algo así. Creo que tengo que ir a hacer algunas actividades —dijo, mientras trataba de leer la información del grupo del club, la cual se perdía entre tantos emoticones y calcomanías que enviaban los demás.

—Iré por ti —dijo Otabek, y se colocó boca abajo para luego poner una almohada encima de su cabeza.

Otabek no parecía dispuesto a ir a por nadie, pero Yuri no le mencionó nada al respecto. Agarró su mochila, abrazó a Otabek como pudo —parte de él todavía sin poder creerse que hubiesen dormido en una misma cama—, y salió de la habitación sin poder quitarse la sonrisa del rostro.

Para su suerte, llegó a tiempo, así que Isabella no tuvo la oportunidad de reclamarle algo. Todo el mundo estaba ocupado en sus propias actividades, y Yuri se fijó en algo nuevo que no había visto antes: en una pared alguien había colgado un calendario con el número de días que faltaban para la obra, junto con la fecha de la misma resaltada en rojo.

—Todo un escándalo, ¿eh? —dijo alguien al pasar por allí.

Yuri asintió, medio distraído y tratando de buscar entre todas las personas que trabajaban un lugar donde poder instalarse. Preferiblemente, que fuese con personas que él conocía. Pronto encontró a Yuuri y se quedó a su lado.

Ese día Isabella estuvo más insoportable de lo habitual, pero Yuri sintió que nadie podía quitarle su buen humor, ni siquiera ella.

A pesar del estado en el cual Yuri lo había dejado, Otabek se presentó puntual a buscarlo, y al principio Yuri no se dio cuenta, de no ser por la sonrisa cómplice que Yuuri tenía en su dirección. Pudo verlo a través de la puerta.

—¿Hicieron las paces? —preguntó Yuuri, ensimismado mientras pintaba la parte de arriba de un árbol. Su cara tenía una mancha verde oscuro que se había hecho sin querer.

—Nunca estuvimos molestos —dijo Yuri entre dientes, y con disimulo levantó la mirada para ver a Otabek. Supo que no fue demasiado sutil, porque este le miraba y le guiñó el ojo. Tuvo que bajar la mirada—. Solo... ya sabes.

De inmediato, se escuchó el sonido de la puerta al abrirse. Casi nadie prestó atención, ya los sonidos provenientes de la indumentaria al moverse y las máquinas de coser eran bastante fuertes de por sí. Porque sí, al parecer existía un club de costura y ahora se veían obligados a compartir un espacio con ellos. A Yuri le parecía más fácil tener que comprar los trajes ya listos, pero algo sobre autenticidad y originalidad en una charla que Isabella les había dado le quitaron todas las ganas de expresar su opinión al respecto.

Handsome Devil [OtaYuri]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora