Instintos

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Tan rápido como obtuvieron las bolsitas de Mochis Kakashi arrastró a Tenzou hacía el cementerio, no le dijo a donde iban, pero si Tenzou podía comer azúcar no se molestara en preguntar.

Era tan hermoso verlo comer, sus mordidas eran pequeñas y no se atraganta, todo lo contrario, disfrutaba cada milímetro de masa medio congelada saboreando cada pisca de azúcar glas. Ellos caminaban felices a pesar de las miradas rara, ya no les importaba nada, Tenzou se sentía bien por completo consigo mismo, estaba orgulloso de su pancita y Kakashi dejo que se expusiera a las personas la idea de tener un omega, próximamente una familia.

La caminata solo los hacia sentir más tranquilos, conectados incluso, pasando por el camino ambulante entre los árboles alzando sus pies con ritmo para llegar a un destino misterioso.

A Kakashi le comenzaron a entrar muchas dudas cuando se acercaban a la alejada tumba de su padre, no le dijo nada a Tenzou, se lo diría como bomba instantánea, ¿Y si no piensa bien de su padre? ¿Y si se enoja?

Carajo, carajo.

¿Por qué se enojara? No debería de ser así.. pero no puede evitar pensarlo, su padre.. siempre fue un tema tan pesado, el los abandono, lo hizo a un lado y fue un cobarde, el no quería ser un cobarde, pero tampoco sabe ser un buen padre, Sakumo, Sakumo ¡Sakumo!.

De pronto, sintió la brisa ligera en su rostro recientemente descubierto mientras un mochi de matcha trataba de entra a su boca empujando sus finos labios manchando de de blanco su piel.

-Mh.. Tenzou.- Frunció el ceño por la sorpresa que fue el tener a su omega insinuando a que comiera.

-Te ves estresado, vamos, come, el azúcar me ayuda a mi.- Le sonrío de forma inocente mientras sostenía el bizcocho verde entre sus dedos.

Kakashi resoplo y acepto el dulce suave dándole una mordida dejándole la mitad al castaño.

-Gracias.- Asintió con un poco de felicidad interna por el gesto.

-De nada.- Se dio la vuelta y se acabó el postre que Kakashi dejó.

Cuando reconoció la cercanía de la tumba de su padre, Kakashi no hizo más que acelerar el paso, caminaba a pistas de correr, se estaba adelantando tanto que estaba dejando a Tenzou atrás, al castaño lo le quedó de otra que tratar de seguirlo, pero no tenía mucha condición que digamos.

Aquí venía la parte que lo avergonzaba, el casi no hacia nada, solo comía y dormía en su mayoría, limpiaba la casa y fantaseaba con su hijo, pero el ya no trabajaba, no había ejercicio, no sentía que hiciera nada productivo, se avergonzaba bastante por eso, odiaba aceptar los mochis, es decir, los anhelaba, pero, cada vez que Kakashi le traía algo o le preparaba más cosas, no podía evitar sentirse tan inútil, sin energías, con 16 años y sin energías para dar más allá, veía a otras embarazadas más activas que él, le avergonzaba tanto, amaba por completo su estomago, le gustaba platicar con su hijo, le gustaba presumir a su alfa en la calle.. pero lo avergonzaba el volver a ser solo él.

-Llegamos.- Kakashi bajo su mirada con cierta alegría pero con un rencor oculto.

-Si.. lle-llegamos.. ¡Yay!.- Tenzou se recargo en un árbol con la bolsa de postres en una mano sin dejarlos caer.

Estaba totalmente bofeado y cansado, solo trato 15 metros pero el lo sintió un gran maratón.

-Oh, Tenzou.- Kakashi rápido fue a ayudarlo dejando a un lado sus sentimientos.

Con cuidado, lo recargo sobre él y lo sentó frente a la lápida desgastada que funcionaba como el único lazo que tenía con su padre.

-Si.. solo.. me tengo que poner en forma.- Le dio una sonrisa simpática mientras abría sus piernas en forma de loto para no molestar a su bebé.- Ahora si, ¿Donde estamos?.- Pregunto curioso.

Hermosa Belleza- Kakayama-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora