CAPÍTULO 3 CARTA Nº2

236 22 5
                                    

          El salón principal de la casa de Camino estaba de revés, daba la impresión que ladrones habían entrado buscando encontrar joyas, pero nada de eso se trataba, era el resultado de la búsqueda infructuosa que Camino emprendió minutos atrás.

          La habitación era un fiel reflejo de los ánimos que tenia Camino en ese momento. Con el rostro humedecido de las lágrimas que recorrían sus coloradas mejillas, tomó asiento nuevamente y con un pulso irregular y un temblor significativo presente en sus manos, decidió adentrarse a leer la segunda carta que le envió Maite.

París, fines de abril de 1914.

Querida Camino:

          Comienzo a inquietarme por tu silencio, aún no recibo respuesta tuya, ¿acaso ha sucedido algo? o ¿es que mi carta aún no la has recibido?; estoy intranquila, llevo días frecuentando la casa de comidas que te mencione en mi primera carta preguntando si el servicio postal a dejado algún sobre a mi nombre y en todas las oportunidades la respuesta siempre ha sido la negativa. Tengo dudas, quizá no escribí correctamente la dirección de la tienda, ya ves... sin ti me voy convirtiendo en una mujer llena de dudas e inseguridades.

          No tienes idea cuanto te extraño amor mío. Me invade la nostalgia al recordar todos los momentos que vivimos. Un escalofrió me recorre el cuerpo invocando a la maldita tristeza en la que me sumerjo más cada día.

          Extraño pasar mis dedos sobre tu cabello, extraño cuando nos besábamos y me mordías desvergonzadamente, extraño cuando discutíamos para luego terminar reconciliándonos en el chaise longue en medio de mi estudio, extraño esa mirada que ponías cuando te decía cuanto te amaba, extraño tu forma única de ser, extraño tu olor, cada día que pasa mi boca siente más sed del néctar de tus labios.

          Tu y yo fuimos la viva muestra que para el amor no hay distinciones, que por ser de lugares y generaciones diferentes eso no impidió que surgiera el amor, sino que naciera una nueva forma de amar, algo que ni tú ni yo conocíamos y del que ya no podemos escapar ni tampoco deseamos hacerlo.

          Quisiera creer que todo este dolor que estamos cruzando fuese una pesadilla, que se terminaría al despertar, pero mi rostro desmejorado en el espejo me recuerda que no es así... Es demasiado triste para mí despertar cada mañana y recordar que no estás conmigo, pero lo es más aún cuando el corazón se niega a reconocerlo y la realidad lo fuerza a entrar en razón, sumergiéndolo en agonía y dolor. Tengo los ojos llenos de ganas de verte mi amor.

          No me quedan más que recuerdos, recuerdos que alguna vez fueron hermosos, pero que ahora se han vuelto enemigos en todo su esplendor.

          Aunque mi mente lo ha aceptado, mi tozudo corazón se rehúsa a entender razones y reclama a gritos sordos tu ausencia. Entonces, en esos momentos, cierro los ojos y te veo inmaculada, llena de alegría, de energía, de vida; esa vida que me hace falta para seguir en pie. Te conservo en mi corazón porque en mi vida no puedo tenerte.

          Tu ausencia en mi vida es más fuerte de lo que puedo soportar Camino. Siempre he sabido que tú eres la más fuerte de las dos.

          Tu recuerdo me mantiene viva, pero al ver que no recibo respuesta tuya, me mata sin compasión. Ahora la soledad y la amargura son mi mejor compañía y el cinismo comienza a ser mi mejor y único consejero y estoy asustada.

          Camino, eres la mujer más hermosa, maravillosa, gentil y extraordinaria que he conocido nunca. Te amé, te amo, y te amaré siempre. Permanecerás por el resto de mi vida dentro de mi alma. Mi corazón solo te pertenece a ti, no olvides nunca eso.

         Espero puedas escribirme pronto. Contaré las horas hasta tener entre mis manos ese trozo de papel tatuado con tinta que traiga impregnado tu aroma y cuando pueda sentirlo podré volver a respirar.

Siempre tuya.

Maite.

          Las palabras de Maite en esta segunda epístola lograron derrumbar por completo a Camino, quien desecha por el dolor que su amada profesora sentía al no recibir respuesta alguna comenzaba a inquietarla y sus mayores temores crecían a pasos agigantados.

          Camino lloró hasta quedarse dormida en el sillón atesorando entre sus manos las cartas. Fue demasiada la desolación encontrada en los renglones de una Maite que pareciera estuviera apagándose lentamente. 

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora