CAPÍTULO 20: VOLVER A SER.

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           Fue la primera noche en la que Maite finalmente pudo dormir, Camino había logrado espantar sus miedos e inseguridades casi en su totalidad. Yacer junto a su cuerpo cálido, suave, hacia que Maite deseara quedarse allí para siempre.

           Los cuerpos de las amantes no dieron tregua esa noche. Con la sangre caliente y el cuerpo vibrante recorrieron cada rincón de la cama, desordenándola tal cual sólo ellas sabían hacerlo. No hubo poro de la piel de Camino que la pintora no haya cubierto de besos; las manos de la joven recorrieron cada centímetro de la tersa piel de Maite y no hubo lunar que no fuera protegido con los dulces y suaves labios de Camino.

          El sonido de la madera de la cama contra la pared debió revelarle al vecino de al lado una actividad envidiable para muchas parejas; pero no se trataba del fuerte sonido de una posesión loca, sino de algo más sutil, que ponía la piel de gallina a cualquiera.

          Maite supo como abrirse paso por entre las rodillas de Camino quien se rindió y entregó por completa a los deseos y pretensiones de su amada. En el momento culmine, Camino no pudo contenerse y dejándose estremecer por Maite dejó también caer lágrimas por su rostro, eran lágrimas de felicidad, nunca antes se había sentido de esa manera y su cuerpo no pudo contener tanta felicidad y paz. Terminado el acto, ambas mujeres se miraron a los ojos, ojos que estaban en estado de amor puro.

- Te amo, mi amor... confesó Camino besándola nuevamente al tiempo que recuperaba el aliento.

          Camino se quedó dormida entre los suaves brazos de Maite quien aún no podía terminar de creer que finalmente estaban juntas como merecían.

          Un cálido sol francés se posó sobre la espalda inmaculada de Camino que dormía al otro lado de la cama de Maite. Estaba hermosa, tan en paz, tan pura con sus castaños cabellos cubriendo las arrugadas sábanas blancas haciendo que su silueta se mimetizara con el resplandor de esas sábanas desordenadas.

           No era la primera vez que Maite veía dormir a Camino, pero si era la primera vez que la veía tan real. Podía pasarse horas infinitas contemplándola, Camino era abrumadoramente bella. ¿Cómo he tenido tanta suerte de encontrarte? se preguntaba interiormente la pintora.

          Sin esperarlo, a Maite le volvieron a nacer esas ganas de pintar que creía ya extintas, así que quiso inmortalizar ese momento, aunque sea en un boceto, así que sin hacer ruido fue hasta su estudio, cogió un pequeño lienzo, unos cuantos carboncillos y volvió a la alcoba sin despertar a Camino.

          Por primera vez en meses Maite volvía a sentir esa pasión por pintar, así que sin perder detalle de la majestuosidad que radiaba Camino comenzó a dibujar trazos en diferentes direcciones y grosores. Sus dedos acariciaban el lienzo como si se tratase del mismísimo cuerpo de su amada. Estaba tan compenetrada con inmortalizar a la mujer de su vida en ese lienzo que sin querer dejó caer un par de los carboncillos que sostenía en su mano izquierda.

          Cuando fue a recogerlos Maite vio la horrible cicatriz en su muñeca que se extendía a lo ancho de la base de la mano. No eran más de 5cm de longitud, pero las cicatrices de las suturas se notaban a plena vista. 


          El sentimiento de vergüenza de Maite reapareció e incluso con más fuerza y sin pensarlo tomó su mano izquierda con su mano derecha y las apoyó en medio de su pecho dejando caer el lienzo que al tocar suelo generó un fuerte ruido haciendo despertar a Camino.

- ¿Maite? ¿Eres tú? preguntó aún algo dormida y con los ojos entreabiertos, pero Maite no respondió.

           Camino se reincorporó con prisa en la cama tratando de despabilar y vio a Maite sentada frente a la cama pero en estado paralizado. Al verla abrumada, se levantó, se vistió con su bata blanca de seda, se acomodó su cabellera hacia un lado y descalza caminó hasta donde estaba Maite.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora