CAPÍTULO 25: LA CARTA DE FELICIA.

213 24 7
                                    

          Las ansias por volver y reencontrarse con Maite no lograron que el viaje de Madrid a París fuese más corto.

          Con la carta aún sin leer y con varias horas por matar, Camino sacó de entre sus pertenencias el arrugado sobre que su madre le entrego antes de morir.

Camino, hija:

           Probablemente cuando leas esto, ya habré muerto...

          Entiendo que no quieras saber nada de mí y no te culpo por ello, por eso me presento por intermedio de esta desordenada carta y así me aseguro que lo puedas entender todo, leyéndola las veces que sea necesario. Siento tanto haberte decepcionado hija.

          Sé perfectamente que me equivoqué, que nuestra relación prácticamente está rota y que destrocé muchos de tus sueños e ilusiones. Y por eso estoy intentando disculparme. Pero quiero que sepas los motivos o, más bien, el único motivo que me llevó a decepcionarte y lastimarte; fue el miedo.

          Desde que naciste trajiste la alegría a mi vida. Con tu júbilo, vitalidad, bondad, sencillez y el cariño que me diste colmaste mi vida de felicidad.

          Siempre supe que eras una niña especial.  Pienso que en la infancia fuiste una niña muy feliz aunque la adolescencia pudo llegar a ser verdaderamente cruel contigo; te hizo vulnerable.

          Toda mi vida me esforcé para ser una buena madre, por cuidarte y protegerte pero soy consciente que te fallé y por mi descuido fuiste víctima del horror y lo indecible allá en Valdeza. Hubiera dado mi vida por ti, pero no lo vi. No fui consciente del peligro al que estabas expuesta y desde ese día me juré y me perjuré que nunca más volvería a dejarte sola y te protegería de todo aquello que pudiese lastimarte alguna vez.

          Lloré durante meses luego de lo acontecido en Valdeza, cada día me mortificaba ver como afloraba en ti ese sufrimiento que acumulaste, sufriendo en un silencio que hizo que perdieras la voz por completo. Me tomó tiempo entender que era tu forma de protegerte y curar ese dolor por eso nunca busqué presionarte para que volvieras a hablar, con esa voz que amaba escuchar.

          Llevo conmigo un dolor tan intenso que no me alcanzan las palabras para describirlo, pero este dolor no es debido a mi enfermedad sino que mi mayor dolor nace del hecho que no estés aquí conmigo, eso me parte el corazón. Me duele todo. No tengo consuelo y creo no lo tendré nunca.

          No sé cuál es la mejor manera de reparar el daño, pero quiero demostrarte que estoy dispuesta a compensarte por mis faltas.

          Tenía tanto miedo del camino que estabas tomando, tenía tanto miedo... que algo en mi interior me obligó a dar ese paso atroz que tuve con las cartas. No fui consciente del daño que te estaba haciendo, la verdad, es que fue algo motivado por el egoísmo y el miedo y de verdad lo lamento.

          Te pido perdón por mi conducta en nuestras discusiones. Hay algo dentro de mí que me posee cada vez que nos enfadamos y me transforma. Discúlpame mis salidas de tono y contestaciones arrogantes pero principalmente perdóname Camino por haberte puesto la mano encima alguna vez. Me he dejado llevar por esos demonios que habitan en mi interior. Pero ahora que te tengo lejos, ahora que nos hemos separado porque has decidido poner tierra de por medio, sé que te debo mil y una disculpas.

          Tu ausencia me pesa como una losa sobre mis hombros. Desde que te fuiste, desde que no estás, me sabe la vida a amargura y sal. Los lamentos se han convertido en el maldito aire que respiro. Y ahora, me arrepiento de todo lo que dejé pasar sin haberlo disfrutado lo suficiente. Hay tantas cosas que desearía fueran diferentes ahora, pero no lo son... me duele el alma, me duele el corazón, porque me equivoqué. Pensar que mi egoísmo es el origen de tu tormento no me deja vivir y no quiero ser más la culpable de más infelicidades.

          Camino, te quiero y añoro el día en el que pueda volver a abrazarte, hija mía. Siempre estuviste y estarás conmigo. Perdóname, porque no supe comprender tu amor por esa mujer, no supe entender lo que sentías y te provoqué mucho sufrimiento, ahora empiezo a entender las atroces consecuencias de mis actos, por eso, con absoluta sinceridad espero que Maite sea esa persona que te quiera verdaderamente y te dé lo más importante: amor, respeto, confianza, seguridad..., que puedas ver en sus ojos el reflejo de su alma con la tuya y sepas que es allí dónde perteneces.

          Sé que he fallado como madre y ahora busco tu perdón día y noche. No sé si mi arrepentimiento te servirá como muestra de amor. Por lo nuestro, soy capaz de luchar sin descanso. Ojalá, tarde o temprano, consiga tu perdón. Nuestra relación necesita volver a ser; no lo que antes fue, sino mejor. Tu perdón significa todo para mí porque, a pesar de todo, mi amor hacia ti no ha cambiado ni un instante.

          Mis días se deshacen como los pétalos de una agonizante rosa. Sé que no llegare a verte crecer y triunfar como la increíble artista que eres; siempre lo supe, lo que sucedió es que mis prejuicios fueron más fuertes que yo y me llenaron de miedos e inseguridades haciendo que pusiera cientos de trabas para que no continuaras dibujando ni pintando. Con pena ahora tengo que admitir y aceptar que tampoco podré admirar tus bellos dibujos. Las cosas no salen a veces como las planeamos hija mía.

          Siento que la muerte me circunda, tengo miedo hija, pero no es miedo a morir, tengo miedo a irme sin tu perdón.

          Espero que si estas líneas llegan un día a tus manos puedas entender que te amé con locura y que siempre quise lo mejor para ti, sólo busqué tu felicidad.

          Deseo con el alma que alcances a ser la maravillosa y extraordinaria mujer que sé que eres y, por favor... no te mueras con la música dentro de ti.

Te ama...

Tu madre.

          Las horas y los kilómetros pasaron uno tras otro. Por momentos Camino releía pasajes de la última carta de su madre. Reflexionó largo y tendido las palabras de Felicia pero no era capaz de poder describir como se sentía. Eran sentimientos encontrados, chocando unos con otros. La razón y el entendimiento luchaban por gobernar a las alteras emociones, ira y tristeza, que se disputaban entre sí el poder.

          Finalmente el tren se detuvo en suelo parisino. Camino pisó el andén francés con el cuerpo agotado pero el espíritu encendido; en breve se reencontraría con Maite para refugiarse en sus brazos y dormir en sus labios.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora