CAPÍTULO 7: LA ÚLTIMA CARTA DE MAITE.

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          Mientras Anabel se dirigía a enviarle el telegrama a Maite, Camino se puso a ordenar los trastos que habían quedado del desayuno casi intacto que había preparado. Recogió muy bien todo. Anabel no tardaría mucho en volver, así que con mejores ánimos se sentó en la cabecera de la mesa principal a leer la última carta que tenia de Maite.

París, 18 de mayo de 1914.

Camino, amor de mi vida:

Jamás pensé llegar un día a sentirme como hoy...

          He intentado hasta lo prohibido para olvidarte pero no lo he conseguido, he tratado de verte simplemente como a una extraña, pero siempre me haces verte como a la única persona en este mundo que le da luz a mi vida, que llenaba mi corazón de amor y de felicidad, sentimientos que prácticamente están extintos en mí.

          Miro el reloj y parece que el tiempo no avanza, pero tampoco retrocede, se congela en un instante, en ese instante que finalmente recibí tu ansiada carta. Desde ese día no me he podido recuperar. Mi voz se enmudeció en el silencio y es ahí cuando más me golpea la soledad, cuando miro mi ventana a la gente pasar, en ese inmenso mar de rostros te creo ver, te creo soñar, camino y no me doy cuenta de la cotidianidad que me rodea, sólo pienso ¿en qué me equivoqué? ¿Qué fue lo que hice mal?, me pregunto una y otra vez.

          Cuando llega la noche, y es hora de dormir, el miedo me invade... pues al cerrar los ojos te sueño y te siento, despierto y sé que fue sólo un sueño que se desvanece, que se va, tras el tul de la fantasía, tras mi mirada que se inunda, de esta alma viva que se revuelca ahora en agonía.

          Sé que estás bien, lo escuche hace un par de días por ahí y tu carta no fue más que una confirmación de ello. ¿Cómo has logrado ser feliz sin mí? Porque la verdad que yo nunca lo conseguí, ni tampoco hubiese querido conseguirlo.

          Hay un hueco en mi ser, algo que las lágrimas no logran llenar. Tu carta fue como un puñal que se me clavó sin piedad en medio del corazón. Paso el día preguntándome si alguien o algo te hará recordarme, aunque sea por un momento; tu alegría o tu tristeza... no lo sé.

          Eres mi vida Camino, pero ya no puedo seguir así. Tal vez sea algo cobarde de mi parte, pero ya no quiero sufrir más. Ya no puedo seguir así; tal vez esto es algo que ni yo misma comprendo.

          Incluso le he tenido que mentir a mi mejor amiga Sophie cuando hace unos días me preguntó si me encontraba bien. Escondí mi dolor y tristeza detrás mi cóncava sonrisa, si hubieses podido ver a través de mis ojos en ese momento, te hubieras dado cuenta que tenia la mirada vacía, porque mi alma ya no estaba allí, simplemente se había desvanecido.

          Al menos creo que merecía que me dijeses las cosas de frente no escondiéndote detrás de una frívola y descarnada carta. Creí que eras más que eso. Aún puedo recitar de memoria tu carta:

Querida Maite:

          Te echo en falta y en verdad deseo que estés bien, sabes lo importante que fuiste para mí y me gustaría pensar que también lo fui para ti. Por eso he decidido serte completamente sincera. 

          Aunque esto pueda parecerte extraño, casarme no ha sido la experiencia traumática y horrible que esperaba. Ildefonso, mi marido, es un buen hombre, respetuoso, cariñoso y atento y poco a poco me he hecho la vida con él, incluso en las aspectos más íntimos de nuestra relación. A demás ya no tengo que esconder mis sentimientos, como cuando estaba contigo, ni fingir ante nadie, ni poner excusas y eso me ha resultado liberador.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora