CAPÍTULO 50: EL QUE NADA DEBE, NADA TEME.

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          Retomar las clases en L'ecole fue duro para toda la comunicada educativa, entre los pasillos ya no se vería transitar a la alumna prometedora de tercer año que más de un estudiante admiró y algún que otro envidió. No se decretó día de duelo debido a que esa medida era si se trataba del fallecimiento de algún profesor de la escuela.

          Camino con el ánimo aún un poco bajo llegó a L'ecole por su cuenta, sin la compañía de Maite, quien antes de asistir a dar sus tutorías se reunió en casa de Sophie para presentarse juntas en el velorio.

          Velasco tenía razón, su predicción de que los policías empezarían con las preguntas no se hizo esperar, al terminar de subir las escaleras del primer piso la castaña divisó a dos policías que se encontraban hablando precisamente en ese momento con el rector de L'ecole quien parecía estar respondiendo a las interrogantes de los agentes. Naturalmente la ansiedad de Camino subió vertiginosamente no porque estuviese ocultando nada, pero la presencia policial en los pasillos de la escuela llamaban la atención de todos y la tensión podía percibirse en el aire.

          Pasando desapercibida entre el resto de los estudiantes y con paso ligero la joven llegó hasta el aula donde debía cursar su primera cátedra del día.

          Al medio día, la castaña divisó a la distancia como Carina sujetaba de un brazo a Colette, las amigas por lo que parecía estaban teniendo una discusión fuerte frente a las puertas de entrada del L'ecole. La castaña se sentía un tanto incómoda al observar esa llamativa conversación que terminó con la salida de Colette tras librarse del agarre provocador que le propiciaba la hermana de Marco.

          Habiendo visto esta secuencia, la castaña decidió retomar su recorrido y optar por abocarse a llegar a tiempo a su próxima clase evitando coincidir con Carina que volvía a entrar a la explanada de la escuela.

           La tarde no tuvo ni pena ni gloria en L'ecole, Camino, cansada retoma su ruta cotidiana de vuelta a casa pero sin Maite, la pintora en una fugaz visita que recibió de Camino en su despacho le compartió que se quedaría hasta tarde trabajando, que no hacía caso que la esperase para volver juntas, así que la joven española nuevamente acompañada de su individualidad emprendió camino. A unas pocas cuadras de allí, en una esquina alguien la esperaba.

- ¿Largo día, verdad? En tono altanero y bastante maleducado dijo Carina tomando por sorpresa a Camino en una esquina.

- ¡Carina! Advirtió algo intimidada la castaña.

          La impredecible burguesa se acercó a Camino quien no se movía, el cuerpo no le respondía.

- No sé si has notado que esta mañana un par de policías han estado por L'ecole puntualizó Carina sosteniéndole una mirada penetrante y una presencia un tanto descuidada.

          Camino se limitó a asentar con la cabeza y abriendo cada vez más los ojos observando la desaliñada presencia que la burguesa presentaba en ese momento.

- Mira Camino, iré al grano. No sé qué es lo que pasa por tu cabeza por lo que crees que viste esa noche en el baile cuando entraste al baño y nos viste hablando a Celine y a mí, pero te aseguro que fue una tontera de discusión.

          La castaña no le creía palabra alguna y trataba de mantener las distancias con la parisina que con su presencia y sus ademanes intimidaba, a demás podía notarse como la manga derecha de su vestido estaba rota, le faltaba un botón, el peinado lo tenía notablemente desarreglado y podían verse algunos rasguños en el antebrazo. Daba la impresión de haber estado fregando pisos por la traza que traía, pero Carina no era mujer de labores domésticas.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora