CAPÍTULO 40: LLUVIA, CHAMPAGNE Y TU PIEL...

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          Al entrar al apartamento Maite se encontró con el lugar iluminado sólo con la luz de las velas. En un principio creyó que se debía a que la tormenta había provocado un corte de luz, pero un instante notó que estaban dispuestas de forma tan exquisita que a la pintora no sólo se le sugerían un cuadro tras otro sino que la iluminación nada tenía que ver con un problema con la electricidad.

          La mesa estaba dispuesta con la mejor vajilla, daba la impresión que los reyes de España se sentarían a cenar esa noche lluviosa de jueves.

- ¿¡Cielo?! preguntó Maite sin dejar de mirar con admiración como lucía el apartamento.

- Ya voy... se escuchó decir a Camino del otro lado de la casa.

          Instantes después, se presentó Camino vistiendo su bata blanca de seda, con el cabello suelto y dos copas de vino tinto en la mano.

- Hola mi amor dijo la castaña entregándole una de las copas y besándola tiernamente.

          A la morena le encantaba caer rendida en los labios dulces de Camino.

- Hola mi vida... dijo Maite luego del delicioso beso.

- Enseguida estará lista la cena vaticinó la joven estudiante.

          El perfume de Camino hacia que Maite se embriagara de sólo oler su aroma en el aire. Luego de beber un par de sorbos tomó a la castaña de la cintura con su mano derecha haciendo estrellar su cuerpo con el de la joven y empezó a sembrar uno tras otros besos en el delicado cuello de Camino.

          La castaña en primera instancia no puso impedimento alguno a las pretensiones de la morena, sin embargo, cuando Maite quiso colar su intrépida mano debajo de la suave y delicada bata, Camino la detuvo en seco.

- Dtch.. Dtch... Dtch... no quieras pasar al postre sin cena dijo mientras tomaba distancia de las manos de Maite.

- ¿Es en serio? preguntó incrédula

- Y muy en serio aseveró la castaña tomando un sorbo más de vino.

- ¿Me vas a dejar así? presionó la pintora buscando que Camino cediera.

- Tú te has puesto en esa posición entre risas malévolas afirmó la española dejando a Maite sola en medio del comedor.

          Maite alucinaba con lo atrevida que podía llegar a ser Camino por momentos.

- La cena está lista anunció Camino entrando con una gran fuente entre sus manos.

          Durante la comida las amantes estuvieron compartiendo anécdotas de su día en L'école. Maite fue quien más habló esa noche, le contaba sobre su desencuentro artístico con Sophie y como aún no lograron ponerse de acuerdo. 

          Camino, satisfecha por la comida se había apoyado de lado contra el respaldo de la silla, apoyando su cabeza en su mano sobre la mesa y cruzándose de piernas, dejando al descubierto su pierna izquierda con la que en cierto momento (cuando notó que Maite volvía a alterarse con su relato) empezó a acariciar la pantorrilla de la pintora con mucha delicadeza.

- ¿Y eso? preguntó sugerente la pintora mientras agitaba su copa de vino, aludiendo al movimiento tentador de Camino.

- No lo sé... ¿tú qué crees? en tono inocente preguntó.

- Pues... creo que merezco probar mi postre replicó la pintora tomando delicadamente el pie de Camino y empezando a realizarle unos suaves masajes.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora