CAPÍTULO 48: EL BAILE.

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          A no más de quince minutos de viaje en coche, Marco y Camino llegan hasta el Palacio de Luxemburgo, lugar donde se celebraba el baile. La joven alucinaba admirando la arquitectura del palacio y sus famosos jardines.

          El chofer estacionó frente a la entrada principal, Marco descendió con rapidez y extendiendo su mano ayudó a bajar a Camino que no podía abrir más los ojos al notar tanta elegancia, arte y finesa hacia donde sea que mirase.

          El conductor del vehículo retomó su marcha al escuchar cerrar la puerta trasera. El palacio estaba completamente iluminado, podía escucharse a lo lejos la música.

- ¿Vamos? Pregunto Marco extendiendo su brazo para que Camino lo tomase y entraran juntos al palacete.

          Una vez dentro el rostro de Camino se iluminó más. Había arte por todos lados, mujeres distinguidísimas y hombres elegantísimos; mozos recorriendo entre los invitados ofreciendo a los invitados copas de exquisito champagne.

- ¿Y... qué te parece? Preguntó Marco observando el rostro absorto de la joven.

- Parece un sueño, no me puedo creer que esté viviendo algo así.

- Pues me alegra que hayas accedido a acompañarme esta noche, de haber venido sólo me hubiese sentido un tanto ridículo reconoció el burgués.

- No seas exagerado, ambos sabemos que no te hubiesen faltado pretendientes que quisiera acompañarte bromeó la castaña.

          Marco se sonrió.

- Es cierto, pero ¿Qué mejor compañía que la de mí estimada amiga? retrucó el parisino. ¡Mira!, ahí están Carina y Colette dijo señalando a las mujeres que estaban a unos cuantos pasos de distancia de la pareja (de amigos).

          Los recién llegados caminaron juntos hasta llegar con Carina y Colette.

- ¡MON DIE! Exclamó Colette al ver a Camino vestida tan hermosa. Estás preciosa amiga y que vestido más hermoso traes puesto.

- Muchas gracias Colette, tú también estás muy guapa.

          Marco saludó a Colette y luego a Carina quien como de costumbre traía el seño fruncido.

- Buenas noches Carina educadamente la saludó Camino y la hermana de Marco simplemente devolvió el saludo a secas: Hola, Camino. Colette, acompáñame al toilette. Las dos mujeres se retiraron juntas quedando nuevamente solos Marco y Camino.

          Al baile asistieron personalidades y figuras reconocidas del ámbito no sólo político, sino también de la realeza, de la cultura y el arte. Asistieron embajadores, críticos, periodistas, artistas, entre otros.

          Marco no era una figura reconocida sólo en L'ecole, aquí también, a cada momento alguien que pasaba lo saludaba educadamente, reconocían quien era y Marco, como muchacho formado bajo costumbres de etiqueta correspondía a cada saludo que recibía.

          A la extranjera le apetecía dar una recorrida por el espacio para observar con detalle y detenimiento las obras que adornaban las paredes. Marco quiso acompañarla, no porque le interesara el arte y la pintura tanto como a Camino, sino que su propósito era mostrarse en público acompañado de una mujer tan hermosa y delicada como es Camino y que los que los vieran dieran por hecho que eran pareja y hay que reconocer que la estrategia de Marco estaba yendo de maravilla porque las especulaciones no se hicieron esperar y más de un invitado daba por supuesto que Marco y Camino eran novios.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora