CAPÍTULO 8: NO, ¡POR DIOS, MAITE! ¡NO..!

275 25 9
                                    

          Con Camino absorta, Anabel dio con la carta y se sentó en otra silla a leer en silencio la carta de Maite.

          Entonces el dolor se volvió tan intenso, que presionaba todo mi cuerpo y en cada suspiro dejaba ir pedazos de mi alma, mientras mis ilusiones y deseos escapaban por mis lágrimas al leer tan dolorosas palabras... me has hecho más daño del que nadie me haya hecho jamás.

          Puedo no verte por días o quizás por semanas, incluso meses puedo soportarlo, pero lo que no puedo hacer es seguir viviendo, sabiendo que ya no me amas, es que no puedo soportarlo. No tengo más valor para seguir escribiendo y creo que tampoco para seguir existiendo.

          Disculpa si mis ojos mojan estas tristes y amarillentas hojas al escribir una y mil veces que te amo, con angustia de no poder darte un abrazo y morirme en tus labios, que es ahí donde verdaderamente desearía poder hacerlo; y si llegara mi llanto hasta esta hoja donde temblando esta mi mano; con lágrimas esta carta concluiría. No quiero que mi llanto dure una eternidad. Sé que no te puedo tener entre mis brazos como tampoco puedo dejar de amarte. No te pido que comprendas mis razones, tan sólo que comprendas este amor que llevo dentro. Te amo tanto...que duele.

          Perdóname por todas las cosas que pasaron pero por sobre todo, perdóname por no ser lo suficientemente fuerte y valiente para seguir con mi vida como me pedís en tu carta.

          Te amo Camino y siempre te llevaré conmigo allá donde vaya. Te voy a seguir amando sin importar que hayas dejado de quererme. Aunque sea difícil para mi aceptar que para ti lo nuestro es viento, tú tienes alas para volar. Nuestra historia hoy se convierte en papel y prosa.

          Tengo miedo amor mío, pero sé que esta es la única salida para acabar para siempre con esta pena que tengo conmigo... Sólo deseo poder dormir y en ese dormir ya no volver a sentir más este dolor que me devora viva por dentro.

          Quizá sea un atrevimiento de mi parte seguir robándote más tiempo, pero quiero pedirte un último favor. Quisiera"leerte" un verso de Santa Teresa de Jesús que me enseñó mi madre y me gustan tanto. Préstale atención y has como si estas palabras fueran un beso, nuestro último beso, que se quedan en este papel contigo.

          "Cuando el dulce cazador me tiró y dejó herida, a los brazos del amor mi alma quedó rendida. Y cobrando nueva vida, de tal manera he trocado, que mi ser amado es para mí y yo soy para mi ser amado..."

          Fuiste, eres y serás siempre el amor de mi vida Camino...TE AMO

Adiós amor mío... Siempre tuya.

Maite.

          Anabel llevó sus manos a la boca dejando caer el papel sobre la mesa y Camino notó por primera vez el espanto en el rostro de su amiga.

- ¿Qué sucede?

          Anabel no sabía cómo explicarle lo que en la carta decía y que todo indicaría que Maite había cometido algo que no podría arreglarse y sólo miraba con desesperación a Camino quien inmediatamente tomó la carta y empezó a leer con una rapidez indescriptible.

- ¡NO, NO, NO, NO..! ¡NO, POR DIOS, NO! ¡MAITE, POR FAVOR, NO..! comenzó a gritar perturbada.

          Anabel no pudo contener las lágrimas al ver sufrir a su amiga y la abrazó luchando con el dolor y la pena que no daban tregua. Lo que Maite decía en su última carta parecía ser inminente ya que al lado de su firma podían observarse un par de gotas de color bordó que al tacto presentaban una textura peculiar.

          Eran cerca de las dos de la tarde, el último tren a París partía en un par de horas. Con una fuerte negación, Camino se vació por completo, se repuso y cómo si estuviese muerta en vida comenzó a armar una valija con lo indispensable.

- ¿Qué haces Camino?

- Tengo que ir a ver a Maite, si me doy prisa podré alcanzar el último tren.

- Camino, piénsatelo mejor... esa carta tiene más de una semana de haber sido enviada.

- Tengo que poder verla, hasta que no lo vea no me lo voy a creer.

          Camino estaba tan absorta que su cuerpo estaba presente pero su alma y su esencia parecía que se habían marchado con Maite. Anabel no quería colocarse en el lugar de abogada del diablo, pero quería que su entrañable amiga entendiera que el tiempo, en su posición, era su mayor enemigo, sin contar que la distancia evidente era el enemigo número uno. Todo indicaba que aunque llegase en tiempo record aún seguiría siendo demasiado tarde.

          Camino hacia oído sordos a las consideraciones que su joven amiga le señalaba en relación a esta decisión abrupta y prácticamente imposible de ejecutar a tiempo, ya que la carta tenía poco más de una semana de haber sido enviada.

- Esto no está pasando, es mi imaginación que piensa lo peor murmuraba Camino mientras caminaba al parecer sin sentido con objetos para guardar en la maleta.

- Iré contigo dijo Anabel en un intento de encarrilar a su afectada amiga.

          Camino se frenó de golpe sosteniéndole la mirada y sin decir una palabra le regaló una mirada triste y apagada.

- ¿Pero y tu padre?

- Yo me encargo de eso. Nos encontramos en la estación en una hora.

          Anabel salió con prisa hasta su casa para tratar de armar en el menor tiempo posible una maleta, coger algo de dinero y salir sin levantar sospechas. Dejó una nota en la alcoba de su padre avisándole que no volvería por la noche, a sabiendas de la reprimenda que le depararía luego.

          Faltaban menos de 15 minutos para que el tren partiera; Camino, junto con Anabel, lograron comprar los dos últimos boletos a París. Un gentil mozo cargó sus ligeros equipajes, subieron al vagón y pronto dieron con sus asientos. El jefe de estación realizó el último llamado para quienes aún no habían arribado. Momentos después, las puertas se cerraron y de a poco el tren se puso en movimiento con destino Francia.

- Espérame amor mío, voy en camino por ti murmuró Camino con la mirada perdida hacia la ventana.

          Esas serían las únicas y últimas palabras que Anabel oiría decir a su estimada amiga hasta llegar a Francia.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora