CAPÍTULO 27: ¿SOY UNA MALA PERSONA?

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          Apoyando la bandeja del desayuno del lado de la cama donde Maite duerme; con voz tierna y dulce despierta a Camino quien duerme abrazada a la blanca almohada.

- Buenos días... saludó Maite dejándole un beso suave en su espalda desnuda.

          Camino comienza a despertarse mientras se da la vuelta para quedar frente a frente con Maite que no puede dejar de mirarla con los ojos inundados en amor.

- Maite con una sonrisa la saludó tapandose el pecho con la arrugada sábana.

- Espero que tengas hambre regalándole una sonrisa le muestra el elaborado desayuno. Te he traído un gateua à la confiture de la pastelería que tanto te gusta y una taza de café recién preparado.

- No hacía falta.

- Bueno, nadie me ha obligado, si no te apetece me lo llevo... bromeó Maite.

- Gracias Maite sonrió Camino.

- Camino, tenemos que hablar sobre lo que pasó ayer en la inauguración con seriedad le pidió a la joven que tenia la taza de café caliente entre sus suaves y delicadas manos.

          Camino acortó distancias entre ambas estrellándose en los húmedos y carnosos labios de Maite.

- Te quiero muchísimo Maite, con toda mi alma confesó con delicadeza.

- Y yo también mi amor, pero no sólo con besos se arregla nuestra discusión de ayer, necesito que hablemos de ello.

- Ya está todo claro, Maite, perdí los papeles y no tuve mejor idea que desquitar mis emociones ahí contigo, créeme que me siento mal.

- No es eso Camino intentó disuadir a la joven.

- Déjame que termine...continuó. Empecé a sentirme sola aquí en París, cada vez regresabas más tarde a casa por estar fuera organizando la exposición y no quería agobiarte con mis problemas, con el asunto de mi madre, pero no tenía con quien más hablar y no supe decirte que te echaba de menos, que te necesitaba a mi lado y me sentía cada vez más lejos, más sola; con Anabel en Acacias y Emilio y Cinta en Argentina... no supe pedirte a tiempo un abrazo. Después de nuestro desencuentro de ayer entendí que habría bastado con decirte que te necesitaba.

         Maite la escuchaba en silencio mientras con su mano izquierda acariciaba las largas y esbeltas piernas de su amante.

- ¿Me das un abrazo? le pidió tiernamente Camino.

         Acompañando con una hermosa sonrisa Maite se arrojó hasta ella sin medir las distancias y la bandeja terminó en el suelo quedando todo el desayuno estropeado. Abrazadas muertas de risa por el chasco que habían provocado se quedaron largo rato.

- Camino...

- No te preocupes, enseguida me encargo de recoger todo aclaró la joven creyendo que Maite le hablaría de eso.

- No, Camino, no es eso lo que me importa; lo que llevo un rato intentado decirte es que yo ya lo sabía, sabía que no terminabas de encajar en París y que estabas atravesando una situación compleja con la situación de salud de tu madre y que te sentías sola, que yo te faltaba.

           Camino se separó del cálido abrazo que Maite le proporcionaba y manteniendo su rostro frente a la pintora quiso saber cómo Maite estaba al tanto de todo.

- ¿Cómo supiste lo de mi madre?

- Una mañana saliste a pasear a Gazpacho y Anabel llamó preguntando por ti. Yo quise saber la razón de los reiterados llamados de ella y logré que me contara todo. Te conozco Camino, sabía que estabas resentida con tu madre y no quise entrometerme en tu decisión, pero si me preocupaba ser una dificultad en tus asuntos, por eso no te acompañé en tu viaje, lo hubiera hecho sin dudarlo, pero quise que tuvieras tu espacio para que lograras cerrar esa vieja herida, sin trabas; si iba contigo probablemente no hubieses podido reconciliarte con tu madre. Eres tú la que tiene que perdonarme a mí afirmó Maite.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora