CAPÍTULO 10: YO PASÉ POR ALGO PARECIDO.

249 23 12
                                    

          Anabel estaba un tanto inquieta porque sabía que su padre, en Madrid, la debía estar buscando por cielo y tierra, comprendía que haberle dejado una simple nota a su padre momentos previos a subirse al tren no sería razón que justificara su imprevisto viaje y mucho menos fuera del país. Se figuraba que estaría de malas y debía intentar darle señales de vida para calmar un poco los ánimos del hombre, quien a pesar de todo, sabia del carácter impulsivo de su hija el cual le ha ocasionado varios dolores de cabeza en el pasado.

- Camino creo que deberíamos ir con el mozo de Marie e ir a su casa para que te des un baño, comas algo y descanses un poco, no has pegado ojo desde que salimos de Acacias.

- De ninguna manera Anabel, no pienso moverme de aquí, no voy a dejarla sola de nuevo aseveró Camino con una postura inflexible.

- Ya has escuchado a la enfermera, Maite está en buenas manos, aquí no puedes hacer nada por ella, no puedes permitirte caer enferma por tozudez.

- ¡Que no Anabel, que no! vete tú si quieres.

          Anabel comprendió que nada ni nadie harían cambiar de parecer a Camino y que la joven se quedaría en esa banca esperando cualquier novedad sobre el estado de evolución de Maite.

- Está bien Camino, pero lamentablemente yo aún me debo a mi padre que sospecho no debe estar muy contento de saber que estoy aquí, así que le voy a pedir a Antoine que me lleve hasta casa de Marie y solicitaré me preste su teléfono para comunicarme con mi padre. ¿Estarás bien sin mí? Volveré lo más pronto que pueda.

- Si Anabel, ve a solucionar lo tuyo ya has hecho demasiado por mí, no puedo pedirte más.

          Anabel con prisa salió para demorar el menor tiempo posible su retorno al hospital para continuar acompañando y apoyando a su querida amiga. Pasaron un par de horas, era un poco más del medio día y Camino seguía firme en la sala de espera del piso donde se encontraba Maite.

          Era la hora del almuerzo para el personal de enfermería y las enfermeras tenían no más de 15 minutos para almorzar y luego continuar con su trabajo en el sanatorio.

          Aurora había visto como Camino no se había movido ni un centímetro desde que había llegado y como era una mujer de noble corazón no quiso que la muchacha continuara sola a la espera del milagro que el Dr. Loygorri mencionó horas atrás, así que tomó el emparedado que tenia por almuerzo y fue directo a sentarse al lado de Camino.

- ¿Dónde esta su amiga, señorita? preguntó para romper un poco la tensión.

- Se ha tenido que marchar por un rato, debía solucionar unos asuntos importantes de índole personal.

- ¿Le apetece un trozo? preguntó Aurora ofreciéndole la mitad de su emparedado.

- No gracias, no tengo hambre con amabilidad rechazó el ofrecimiento de la enfermera.

- Pues no lo parece, tiene cara de no haber comido en un par de días y puede ser peligroso...venga señorita, hágame caso, mire que de esto sé un poco con tono jovial insistió para que Camino aceptara comer aunque sea un bocado del emparedado.

          Con una cansada pero sincera sonrisa, Camino termina aceptando el ofrecimiento de Aurora. Mientras la joven comía con bastante agotamiento, Aurora sintió que debía demostrarle a Camino que comprendida mejor que nadie el dolor que ella estaba sentía por lo que le estaba ocurriendo a quien describió como su tía.

- Perdone que me entrometa Camino, no quiero ser indiscreta, pero no me creo que entre usted y la Srta. Zaldúa haya sólo un lazo familiar de sangre; mucha angustia veo yo en tanta lágrima... dándole a entender a Camino que intuía la naturaleza de la relación entre ambas.

"Maite & Camino" Siempre nos quedará París...Cartas Maitino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora