32. good day

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— ¿Es todo lo que vas a traer?

Lo estaba esperando en el pasillo, cerca del ascensor, con la espalda recargada contra la pared. Cuando lo vi con solamente un par de pantalones de mezclilla en la mano y un cepillo de dientes nuevo, lo empecé a interrogar.

— No, también llevo calzoncillos extra — contesto, mostrándomelos.

— ¡Ah! — grite. — ¿Vas en serio? Dejas ir lo romántico muy rápido.

— ¿No es romántico enseñarte mi ropa interior?

— Creo que lo es más que no me la muestres de esa forma.

— ¿Entonces no me vas a enseñar la tuya?

Jungkook hizo un exagerado puchero y presionó el botón, llamando al ascensor.

— Ya la has visto — seguí. — La diferencia es que no la sacudo en tus narices.

— Esa idea no me disgusta para nada — sonrió muy amplio, visiblemente divertido por la repentina conversación. — No veo el problema.

— Que eres un sucio — no me pude aguantar la risa. — ¿De verdad solo llevaras eso?

— Oye — me miro, — te has robado tanta ropa mía que seguro tendré para más de siete cambios.

— ¡No voy a dejar que te lleves nada de regreso!

— Yo voy muy decidido a recuperar mi camiseta azul, no sé tu.

Me tomo de la mano pero cuando camino para entrar en el elevador, me quede inmóvil.

— Pero esa me gusta usarla cuando hago el quehacer — me queje.

— ¿Limpias con mi camiseta favorita? — levantó ambas cejas. — Con mas razón tengo que rescatarla.

Me jalo para que lo siguiera pero me mantuve firme.

— No — intente mantener mi rostro serio aún cuando estaba intentando reprimir una risa.

— Las puertas se van a cerrar y nos va a aplastar las manos.

— Pues ven acá y vuelve por más ropa que llevar.

Jungkook entrecerró los ojos y con un movimiento muy veloz me tomo de la cintura y me hizo entrar junto a él en el ascensor. Su toque me empezó a hacer cosquillas y lo empujé débilmente, quedando libre justo después de que las puertas se cerraran y empezáramos a bajar.

— Te podrás llevar solo esa camiseta, lo demás es mío — termine accediendo.

— Me llevaré esa camiseta y mi sudadera roja.

— Si te llevas esa sudadera yo me quedare con esta otra camiseta — dije, tomando la que llevaba puesta.

El chico soltó una risotada.

— Si te quedas esta camiseta, a mí me tendrás que dejar algo tuyo.

— Mi ropa no te va.

— Sería para que tú la usaras cuando te quedes conmigo.

Seguí sonriendo mientras las puertas se abrían, esta vez en el primer piso.

andrómina • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora