Prólogo

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7 de junio de 2019

Los flases me cegaban sin cesar. Esa capa de destellos intermitentes parecía chillarme a pleno pulmón la nimiedad de mis esfuerzos, la certeza de que aquel ahora, repugnante, perduraría. Cada cual más luminoso e incontrolable, todos usados por malditos desesperados de la información, estaban consiguiendo ponerme de los nervios. Deseé elegir a cualquiera de ellos y colocarlo a aquel lado de la escena, junto al terror, la decepción, la sangre y los cuerpos. Pero ni siquiera yo, el rey de las contestaciones, tenía fuerzas para hablar.

Dejé que me bañaran para sus exclusivas. «El millonario desheredado que había conseguido atrapar a su perseguidor, estaba equivocado», me imaginaba titulares así de estúpidos ocupando las noticias y periódicos que veía día tras día. Cualquier arma o parrafada para conseguir que se fueran se había quedado dentro de la cabaña, con todos mis antepasados desenterrados, sentados a la perfección en las sillas del comedor.

Sin embargo, el murmullo seguía ahí. Ese apabullante y horrendo murmullo que lo ocupaba todo. Los paparazis cuchicheando entre ellos, la policía precintando los alrededores, mis hermanos pidiéndome que me acercara a ellos, yo mismo mezclaba los sonidos y me desconcertaba de más. No podía sacarlo de mi cabeza, quizá porque era la realidad en su estado más puro, algo de lo que no me libraría en la vida. Me perseguirían hasta la muerte las desgracias, los engaños, si no me suicidaba antes de que él me atrapase. Juré que me desmayaba cuando seguía en pie, quise pensar que era una burda pesadilla y no, mi ser entero seguía ahí, intentando buscar el principio de todo.

Ya había estado en el fondo del abismo, pero aquello fue peor. Era el hecho de saber que, después de trepar con las ansias y las heridas de un superviviente, llegar al borde y sentir la cálida luz que proporcionaba una lucha victoriosa, un simple toque había bastado para lanzarme de nuevo a la inmensa y pavorosa oscuridad. Nunca me libraría de mi padre y su repetitivo «perdedor», instalado en lo más profundo de mi subconsciente, y por eso sentí que lo que me rodeaba era mi culpa, por no esmerarme lo suficiente. O por creer que podía serlo.

Russell me apretó la mano con fuerza y la sangre en ambas palmas se juntó. Pensé en lo asqueroso que eso nos hubiese parecido hacía unos meses. No pude evitarlo, y acabé observándola.

Sabía que se había roto en cuanto la vi así. Su respiración arrítmica, su pelo enmarañado, el enorme vacío que desprendían sus ojos cristalinos, hinchados por las lágrimas que aún supuraba; todo me dijo que ya se había convertido en una persona distinta a la que yo conocía.

¿En qué momento nos habíamos creído invencibles? No éramos más que unos mentirosos envalentonados y sin moral. ¿Había algo trascendental en ese momento, en todas las decisiones, impulsos e interacciones que nos habían llevado hasta allí? ¿O era solo el karma y la casualidad usadas de una manera genuina? ¿Qué se conseguía con tanta desgracia? Aquello no era reírse del que se acababa de tropezar, sino un plan impecable, estudiado y ejecutado al milímetro.

Dudé de todo lo que había hecho desde que nací. Más bien, de cuantos momentos en mi existencia había vivido sin que él los escogiese antes. Y me sulfuré al instante, por tener que golpearme con el consejo que le había dado a ella, la misma que acababa de caer de rodillas por la tristeza, soltando un grito desgarrador.

Nunca debería haber vuelto a Destiny Grove.  

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Buenas!! Espero que te haya gustado esta introducción a la historia, la verdad que estoy demasiado emocionada por haber sacado este proyecto a la luz. Gracias por leer y, si te ha gustado, no te olvides de votar y comentar.

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Destiny Grove: pueblo de misteriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora