04 || Cosas raras y malas

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No se movía

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No se movía. El encapuchado alternaba entre leer y mirarme. Estaba tan tranquilo ahí, con la espalda apoyada en un tronco, observándome, que parecía no importarle que hacía 20 minutos lo había descubierto. Yo me había quedado cerca del cristal, preocupada, incitándole a que se fuera, aunque no sirvió de nada.

«¿Qué cojones pasa en este jodido pueblo?»

—¡Russell!

Me llamaron desde el pasillo. Era Noah, adiviné lo que quería al ver el reloj sobre la mesita, que marcaba las 9 menos diez. Llegaría tarde a mi primer día de trabajo, era la forma perfecta de causar buena impresión.

Al volverme hacia la ventana, ya no estaba. Lo único que quedaba de su presencia era su pasatiempo, un libro verde oscuro, al lado del pino dónde se había sentado. Cogí mi sudadera, mi móvil y mis llaves y salí corriendo, esquivando a mi primo en pijama y a mi tío con una caja de herramientas en la entrada.

—¡Rush! — chilló por casi tirarlo.

Me asomé a la parte izquierda de la cabaña, dónde estaba mi habitación y el lugar del acosador. El bosque era demasiado denso como para poder ver más allá de tres hileras de árboles, no lo encontraría. Quise coger el libro, pero no lo hice y empecé a irme.

—¡Niña! — tío Charlie bajó los escalones con torpeza — ¿Recuerdas la dirección?

—Número 279 en la avenida Georgia, que es la avenida principal, cerca del ayuntamiento, hay un local con la fachada de ladrillos y dos ventanas grandes que pone Owen's arriba, ahí es.

—¡Perfecto! ¡Vete ya, te van a despedir antes de que empieces a trabajar!

Tomé el consejo y me fui rápido. Y así empezó todo el lío.

No quería llamar la atención. Mi idea era trabajar, ahorrar, hacer unos pocos amigos, y dejar a un lado mi parte mala. La gente todavía no me conocía, y eso era un punto a mi favor, porque no era buena idea conocerme. Ya era la mayor escoria en demasiados sitios.

El punto del asunto era vivir despacio. Que tuviera dos minutos para cruzar todo el pueblo — sería pequeño en habitantes porque calles no le faltaban — no ayudó mucho. Con las quejas de la gente al apartarla y que acababa de tirar la compra de una señora con andador, me hice un renombre bastante rápido.

—Lo siento, de verdad lo que siento. — no dejé que hablase, me aparté el pelo de la cara mientras recogía lo que quedaba de sus cosas. El bote de zumo de naranja se había roto al caer — El zumo se lo pagaré, ¿sí? — comencé a alejarme al sentir una vibración en la cadera — Pero ahora tengo que irme, la buscaré mañana aquí, ¡le prometo que le compraré otro!

Al menos intenté ser amable, no me quedaba tiempo. En cuanto desactivé la alarma y vi las 9:02 en la pantalla táctil, aceleré y me prometí no frenar. Eso conllevó escurrirme por el capó de un coche bajito, hacer que un tío se comiera la entrada a un bloque de pisos, que me disculpara con ellos mientras giraba la esquina, y que llegase a mi destino en un tiempo récord.

Destiny Grove: pueblo de misteriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora