25|| Sombras, cerraduras y misterios

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22 de marzo de 2019

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22 de marzo de 2019

AREN

Miré detenidamente la llave durante unos segundos. No estaba para nada seguro de hacerlo, pero la necesidad de descubrirlo me consumía.

La mansión solo estaba habitada desde la segunda planta para abajo. En la tercera, hacía más frío, la madera crujía, y el polvo y las telarañas se acumulaban en las esquinas. Pensándolo bien, era una estupidez tener una casa enorme, y solo usar la mitad de ella, pero era la única medida que mi padre había impuesto a toda la familia, y la única que todos habíamos cumplido, incluso tras su muerte.

No merodear por las plantas superiores, y mucho menos, abrir las habitaciones. Simple.

Quizá su fantasma aparecía para pegarme la paliza de mi vida, por no hacerle caso.

Había menor número de habitaciones arriba, que abajo. Conté en la penumbra cinco puertas, supuse que una era un baño. Ya había probado a abrir la cerradura de tres de ellas, y en ninguna encajaba la llave. El candado de la primera que había encontrado al subir, a la izquierda, parecía ser su compañera.

Al meterla, sin tan siquiera girarla, la puerta se deslizó acompañada de un chirrido. Gruñí pensando en el tiempo que me había costado encontrar esa llave, para que terminase estando abierta.

¿Eso era bueno, o malo?

Daba igual, no me dio buena espina. Era como si alguien se me hubiese adelantado, o me hubiese seguido la noche anterior, cuando revisé el estado de la planta. Quería creer que no podía haber sido el asesino, porque eso solo aumentaba mi paranoia.

Abrí despacio, esperando encontrarme una sorpresa desagradable. No había nadie, pero sí muchas cosas.

La sensación de estar invadiendo un ciclo sin terminar al entrar me asustó. Era una habitación de tamaño similar al de la mía, con distinta distribución de puertas. Había tanta decoración, que pensé que ese no podía ser el cuarto de una persona que vivía en la mansión.

Deambulé por la estancia, encontrándome con varios posters de bandas de rock, cantidades exageradas de comics apilados en el suelo, apuntes dispersos en el escritorio, cintas de música en la mesita, ropa colgada en perchas, tirada sobre la cama, el sofá...

Todo estaba tal y cómo si un día, la persona que vivía ahí, hubiese desaparecido sin más.

Me acerqué al escritorio. Era un tema de psicología, escrito a mano. ¿Sería su letra? Sólo lo había visto firmar documentos.

Nunca había pensado en mi padre cómo un adolescente. Tampoco cómo un ser racional, apasionado, vivo. Capaz de coleccionar objetos y desorden. Todo lo que conocía de él era muy aburrido. Solía leer clásicos antiquísimos y el periódico. Su atuendo y su despacho siempre estaban inmaculados, y si recordaba alguna conversación que había escuchado entre él y otros adultos, ni siquiera sabía hacer bromas divertidas o hablar sobre algo no relacionado con el dinero de la empresa. Confirmé que aquella cápsula del tiempo había sido suya, al ver una foto de él en la pared junto a la mesa.

Destiny Grove: pueblo de misteriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora