25 de marzo de 2019
AREN
No quiero quedarme sola con tu alma, Aren.
Abrí los ojos despacio. La imagen de su sonrisa se desvaneció conformé me erguí, pero aún perpetuaba la sensación de ese sueño.
Era la misma que había en la habitación. La había ordenado la noche anterior, había devuelto la mayoría de los libros a la biblioteca, guardado mis apuntes conspiratorios y llevado al despacho de mi padre, en ese momento ocupado por mi tío, la pila de facturas del último mes.
La luz se colaba entre las cortinas, más translúcidas que las anteriores, y vi en mi teléfono que eran las 8 de la mañana. No había ninguna notificación importante, así que me estiracé, fui con parsimonia hacia el vestidor, cogí algo de ropa limpia, y me duché.
Las cicatrices estaban mejorando. Solía costarme mirarlas, más aún con mi torso completo frente al espejo, pero me había dado cuenta de que así era más perceptible el cambio. Hice el amago de peinarme con las manos, me puse los cascos y di una vuelta por el jardín hasta la hora de desayunar.
Aún me asustaba pensar en todo lo que no sabía de él.
Nolan y mis tíos habían estado más calmados los últimos días. No hablábamos ni me molestaban con algo diferente cada comida, a veces, incluso podía mantener una conversación con Melisa o Alex sin que interviniesen. Se me hacía extraño, y en parte, tenía un mal presentimiento. Nunca había habido tranquilidad en la mansión.
—Aren, ¿dónde está mi coche?
Miré a mi hermana de reojo, parecía dispuesta a contratar un sicario, porque conocía la respuesta.
—Lo has perdido. —aseguró tremendamente cabreada.
—¿Cómo demonios se pierde un coche? — rebatí — Está aparcado en la esquina de la calle Utah, es solo que...
Divagué por mis recuerdos de aquella mañana en la comisaría. No había cogido nada de la caja dónde estaban nuestras pertenencias, excepto el móvil, que me había dado el sheriff.
—¿Estás intentando decirme que tengo que pedirle mis llaves a Keller? — se enfadó más.
—Deja de leerme la mente. — me quejé — Iré yo, no te preocupes, vivo para molestar a ese hombre.
Bebí de mi vaso, odiaba el agua caliente. Sin razón, tío Poe comentó:
—Ya ni siquiera le haces guiños al alcohol puro.
—Es agua. — le aclaré.
—¿Agua? — parpadeó, confuso.
Entorné los ojos, dudando de si se estaba riendo de mí. Luego, me percaté de que todos me miraban asombrados.
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Destiny Grove: pueblo de misterios
Misterio / SuspensoRussell se muda a Destiny Grove, un lugar despoblado por razones que desconoce, para rehacer su vida junto a su otra familia. Convencida en poder convertirse en una mejor versión de sí misma y conseguir tranquilidad, termina chocándose de bruces co...