22 || La costumbre del culpable

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RUSH

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RUSH

Todo pasó muy rápido. La última exhalación de Nate, seguida de llantos y alaridos, sumándole a Keller confundiendo a Alexander con su hermano. Ni siquiera fui capaz de defenderlo, por suerte, el sheriff terminó dándose cuenta y se alejó de él.

—¿Dónde diantres está tu hermano? — preguntó el sheriff colérico.

Alexander se sujetaba la zona baja de las costillas, dónde le había propinado un puñetazo. Lo vi apretar los dientes y gritarle un montón de cosas que no escuché, a punto de colapsar por el terror.

Tenía frío. Debían de ser las 9 de la mañana, pero una corriente gélida similar a la del anochecer, lo había invadido todo. Sentía que me traspasaba el alma. La medalla tintineaba al estar unida a un diminuto dije con forma de osito. ¿Qué era lo que se suponía que tenía que hacer con ella? ¿Qué amigo? ¿Otro acosador?

¿Qué había hecho Nate para merecer aquello?

El mundo comenzó a darme vueltas. No me había sentado bien el desayuno, y creí que lo regurgitaría entero de un momento a otro, pero no, solo obtuve un malestar en el estómago y un saborcillo agridulce en la garganta.

Mantuve los ojos cerrados durante unos segundos y me aseguré de que seguía respirando. Intenté deshacerme del ruido, del trauma, de la preocupación y del miedo, sin éxito. Al abrirlos, las lágrimas evitaron que enfocase por completo la grotesca imagen frente a mí.

¿Ese intenso y paralizante vacío era culpa? ¿Qué solución existía para extinguirlo, y acaba con todo? ¿Adónde quería llegar ese psicópata, matando a uno de los suyos?

Una mano apretó mi hombro.

—Russe...

Empujé al sujeto, que cayó al suelo. Era Alexander. Se veía preocupado. ¿Lo estaba?

Los ojos de los Gray tenía una peculiaridad: en ellos nadaban un montón de sentimientos imposibles de describir, y muy fáciles de malinterpretar. Había visto a los de Aren oscurecerse a causa del miedo, pero también al usar su sarcasmo.

Confundí el temor con la burla en los de Alexander, y eso hizo que su sonrisa nerviosa me pareciese una muestra de deleite.

—¿Estás sonriendo?

—¿Qué? — se tensó — No es lo que piensas, a veces... 

—¡¿Estás disfrutando con esto?!

Se levantó rápido, manteniendo las distancias. Apreté mis puños a los costados de mi cuerpo y, en un intento de repetir la pregunta, él se adelantó.

—¡Por supuesto que no! ¡Lo que acaba de pasar es horrible! Te prometo que mi única intención es ayudar...

—¡No necesito que me ayudes! — separé cada palabra.

Destiny Grove: pueblo de misteriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora