8 de marzo de 2019
Estaba empezando a ahogarme en la comisaría. El aparato de aire acondicionado estaba justo encima de nosotros y, además de hacer un ruido desagradable, expulsaba calor en exceso. Un par de vagabundos dormían en los bancos enfrente nuestra en la celda. Uno roncaba cómo un poseso y otro se despertaba de vez en cuando para mirarnos con asco y volverse a dormir.
El toque ambiguo del sitio seguía sin ser acogedor. La pared de gotelé al otro lado de las rejas era inexistente, pero en el interior nos incomodaba con el color azul descolorido y el hecho de tener que apoyar en él nuestras espaldas.
Estaba evitando parpadear. La imagen de Ben aparecía en cuanto tenía la valentía de hacerlo. ¿Por qué no podía llorar? Yo quería a ese niño. Mucho. Más de lo que hubiese admitido si no hubiese muerto.
El señor Keller y otros agentes nos habían llevado allí esposados, haciéndonos parecer los malos de la historia. Ojalá alguien se hubiese fijado en cómo nuestros pies se habían anclado al suelo por temor a movernos y que sucediese otra desgracia.
«Para Russell y Aren, mis nuevas víctimas. Con cariño, La Parca.»
¿Quién era La Parca?
—¿Qué sentido tiene llamarnos víctimas, pero matar a otros?
Me giré hacia Russell, la cual no quitaba la vista de la recepción a nuestra derecha. Pellizcaba la tela húmeda de su pantalón, inmersa en sus teorías, o intentando en vano borrar de su mente lo que acabábamos de presenciar.
Su labio inferior temblaba levemente, seguramente por el frío. Su melena brillante y desenredada se había convertido en un matojo de pelo encrespado y mojado que goteaba sobre el suelo de hormigón, produciendo un sonido continuo y molesto.
—La Parca es un asesino en serie. — no capté su atención, pero sabía que me estaba escuchando — Su primer propósito fue una pareja del pueblo, en los noventa. Mataba para que se sintieran culpables de algo, supongo.
—¿No sabes quiénes son?
—No lo sé. Y si alguien lo sabe, no lo va a decir.
—Tienes un montón de información útil. — dijo sarcásticamente, jugando con sus dedos.
Tal y cómo había dicho Alexander, ella ya había vivido cosas así, pero no se esperaba para nada lo que acababa de suceder.
Yo seguía sin creérmelo. A ratos, me había negado a aceptarlo, sumergiéndome en el idilio de que estaba allí por otra razón. Los Robinson no habían muerto. La Parca no había regresado.
Russell no me parecía tan capaz de asesinar al culpable.
—Vamos. — ordenó Kat, abriendo la puerta y frenando con la mano a los sintecho — Lo siento chicos, vosotros os quedáis aquí hasta mañana.
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Destiny Grove: pueblo de misterios
Mystery / ThrillerRussell se muda a Destiny Grove, un lugar despoblado por razones que desconoce, para rehacer su vida junto a su otra familia. Convencida en poder convertirse en una mejor versión de sí misma y conseguir tranquilidad, termina chocándose de bruces co...