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23 de Diciembre

Querido diario:

Mi último tratamiento antes de navidad ya casi ha terminado y Valentina no apareció. No sé si esperaba que lo hiciera o no. Toda esta cosa es un desastre. ¿Y justo antes de navidad?

Ninguna de las enfermeras me ha preguntado por Valentina o por la pelea. Estoy bastante segura que estaban reunidas en la puerta escuchando. Cuando entré hoy, sentí sus miradas en mi espalda, pero cuando me giré alrededor, todas parecían ocupadas.

No vi a Valentina en los pasillos.

Ayer tuve otro dolor de cabeza. Dolió tanto que ni siquiera podía llorar por Valentina.

Extrañé tenerla allí, sosteniéndome. Su presencia hace el dolor más soportable. Duermo mejor sabiendo que está ahí. No puedo soportar las conversaciones en mi propia mente ahora mismo, mucho menos explicarle a una persona real porque habían terminado las cosas entre nosotras. Mi mamá preguntó si ella debería llamarla. No le dije de la pelea. Odio mentirle, pero aun así le dije que estaba fuera de la ciudad.

Tengo que admitírmelo a mí misma primero.

***

La puerta se abrió y Leslie echó una vista hacia adentro. Acomodó su uniforme a medida que se acercó y desenganchó el medicamento.

—¿Leslie?

—Sí.

Dudé por unos pocos segundos.

—Ha... ¿Valentina está aquí?

Asintió lentamente.

Sentí como si alguien me golpeara en el estómago.

—¿Está bien?

Se sentó en la silla a mi lado.

―Está bien. Está haciendo su trabajo y jugando con los pacientes más jóvenes.

—Oh. —¿Por qué no pudo decirme que había llamado para decir que estaba enferma? ¿O que su humor estaba deprimiendo a todo el piso? ¿O que tenía días sin dormir? —. Eso es bueno. —Bajé mi mirada.

Cuando no añadí más detalles, Leslie agregó:

—Deberías ir y hablar con ella.

Mi mano se aferró al collar que Valentina me había dado, moviendo el amuleto arriba y hacia debajo de la cadena de plata.

—No creo que quiera hablar con la chica que botó. Además, no sabría qué decir.

—Bueno —dijo sonriendo—, "hola" siempre es un buen lugar para empezar.

Leslie se levantó y besó mi cabeza.

—Te daré unos minutos.

—¿Uh, Leslie? —dije justamente cuando abría la puerta. No había sido mi intención, pero sentí una sonrisa arrastrándose a través de mi cara—. ¿Estabas escuchando el otro día?

Con amor, JulianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora