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Me levanté y bajé las escaleras corriendo, luchando con las lágrimas que se aproximaban. Mi madre me estaba esperando en la entrada. Abriendo la puerta, me deslicé dentro del auto sin mirarla.

—¿Dónde está tu diario?

Mordí el interior de mi mejilla, mirando al hospital a través del espejo.

—No lo traje.

Todo lo que quería era ir a casa y vaciar mi corazón en el diario. Guardándome todo lo que me carcomía durante el camino. No dije nada, y mi madre no me presionó. Ella parecía estar en su propio mundo también.

Salí rápido del auto tan pronto como empezó a detenerse en el camino de entrada. Incluso no cogí mi bolso.

Mi madre me gritó algo, pero no la escuché. Corrí hacia mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. Arrojándome a la cama, las lágrimas se desbordaron. No estaba segura cuando se secaron.

Me arrastré sobre la cama y alcancé el cajón de mi mesita de noche. Buscando dentro a tientas mi diario, mi mano se deslizó sobre algo liso y suave, diferente a la cubierta de cartón que esperaba. Me detuve. Aire se aferró en mi garganta, y levanté el libro de cuero marrón. Mi mandíbula temblaba mientras lo miraba.

Como si estuviera en un sueño, me bajé de mi cama y corrí hacia el asiento de la ventana, pasando mis dedos sobre la cubierta del diario de Valentina.

Era demasiado personal para leerlo. Pero, después de todo lo que habíamos pasado, después de escucharle decirle que me amaba, tenía que saberlo.

Cubriendo mis piernas con una manta, abrí el diario en la primera página. Dentro de la cubierta delantera, Valentina había escrito un:

Para Guillermo, mi confidente.
Te extraño, hermano.

Cogí una respiración profunda, y pasé la página.

16 de Noviembre

Te lo escribo a ti. porque tu me conoces mejor que nadie. Ambos, Eva y tu, me hacen demasiada falta. Pero tu siempre fuiste y serás mi confidente.

Estoy dándole a esto una oportunidad porque Juliana dice que funciona.

¿Qué demonios, tal vez funcionará para mí también? No puede ser peor que ir con doctor cada maldita semana.

Juliana es una chica que conocí en el hospital. Ella es guapa, pero tiene leucemia. Actúa como si fuese una parte normal de su vida, como ir a la escuela. Desearía ser tan valiente. Papá se lo diagnosticó cuando tenía once.

Sí, hay algo en ella.

Nosotras comimos en la cafetería hoy. Ella es golfista. Tipo, ¿huh? Me dio miedo decirle sobre ti, Guillermo o de Eva. No quiero que sienta lástima de mí. Odio los recuerdos y cómo me hacen sentir. ¡Mierda, daría cualquier cosa para que regresaran!

Con amor, JulianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora