16.
12 de Enero
Querido diario:
He estado mirando este pedazo de papel en blanco durante horas, tratando de averiguar cómo me siento. Mis padres estaban tan tranquilos en el auto de camino a casa. No quiero decepcionarlos con cualquier decisión que tome. No me malinterpreten, me alegro que me están dejando elegir el próximo curso de acción, pero eso no lo hace más fácil.
He estado luchando durante tanto tiempo. ¿Cuánto más queda en mí?
Estoy cansada.
Todavía estoy esperando un donante compatible, y voy a seguir esperando por él. Un trasplante es la única garantía de vivir una vida libre de cáncer.
¿Pero una droga experimental? No lo sé.
Voy a terminar esta ronda de quimio, con la esperanza de al menos frenar la propagación.
No sé qué decirle a Valentina. Claro, ella merece saber, pero... ¿por qué no puede ser esto más fácil?
***
El fin de semana pasó volando sin tomar cualquier decisión. En la escuela me encontré estudiando a mis compañeros de clase. La chica que se sentaba a mi lado en matemáticas se escondía debajo de sudaderas con capucha de manga larga para cubrir los moretones de su novio. Uno de los jugadores de baloncesto estrella estaba fuera de la temporada con una rotura de ligamentos y podría perder la oportunidad de una beca. Y la chica cuyo casillero estaba junto al mío iba a tener un bebé en dos meses. Me gustaría tener cualquiera de sus problemas en su lugar.
Antes que la clase terminara, agarré mis cosas y salí corriendo. Salté a mi auto y conduje. Sin destino en mente, aun así acabé en el hospital. Genial.
Dos horas más temprano para mi último tratamiento de quimioterapia, me senté en la cafetería con un tazón de gelatina. Al menos no era roja. Pique de ella durante quince minutos antes de tirarla a la basura.
Brandon recibió su tratamiento de quimioterapia antes de mí, así que vagué hasta el tercer piso. Estaba sentado en la sala común jugando Wii por su cuenta, su madre preocupada en la estación de enfermeras.
—Oye. —Revolví su cabeza dorada—. ¿Quieres un compañero de carreras?
Sus ojos verdes se iluminaron.
—¡Sí! —dijo, de inmediato entregándome un control.
Seleccionó nuestras pistas y como Valentina lo hizo, golpeo los champiñones fuera de mí, o como se llamen. Debe ser un talento de chico o algo.
—Tengo mi último tratamiento hoy, amigo —dije, seleccionando un personaje diferente.
—¿Estás curada? —preguntó.