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23 de Abril

Querido Diario:

Lo siento por no haber escrito mucho. He estado tan cansada últimamente. No voy a la práctica de golf, y sólo puedo manejar una clase al día.

Esta noche, sin embargo, es el baile de graduación. Y me siento como una mierda.

Me zambullí en medicinas y dormí todo el día, decidida a hacer esta noche especial para Valentina. Tengo una promesa que cumplir.

Ella estará aquí a las seis. Supongo que es hora del espectáculo.

***

Ducharme fue mucho más rápido sin el cabello. Después de secarme, unté loción sobre cada centímetro de piel para cubrir lo pálida que me había puesto. Vestida con un sujetador sin tirantes y bragas, me puse un par de pantalones cortos y una camisa de botones para evitar que mi vestido se manchara.

Me senté frente al tocador, teniendo especial cuidado con mi maquillaje. Destapando el delineador de ojos negro, entrecerré los ojos en el espejo. Siempre tuve problemas poniéndome esta cosa, pero después de limpiarlo dos veces, finalmente hice las líneas perfectas por encima de mis pestañas. Mamá me había comprado una sombra metálica para que coincidiera con mi vestido. Con tres capas de rímel, el plateado realmente destacaba.

Cubrí mis labios con brillo labial, después lo metí en mi bolso para más tarde. Estudiando mi reflejo, añadí una capa extra de corrector bajo mis ojos y también arrojé el polvo en mi bolso.

Mi dolor de cabeza comenzó a desaparecer mientras me imaginaba a Valentina y a mí bailando. Abrí la cremallera del bolso, los flecos de mi vestido se derramaron en cascada sobre la parte superior. Con cuidado, saqué el vestido de la percha y lo sostuve en mi pecho. Giré, la falda fluyendo a mí alrededor. No podía esperar para ponérmelo. Cuando alguien tocó a mi puerta, puse el vestido sobre la cama y me senté.

—Adelante —dije, pasando los dedos sobre el material.

Mi madre sostenía la última pieza del conjunto en su mano.

—¿Qué te parece? —preguntó, admirando su trabajo. Se dio la vuelta para que pudiera verlo desde todos los lados.

Rompí en una sonrisa.

—Creo que te has superado.

Dejó su obra maestra sobre el tocador y se apresuró a recoger el vestido.

—Vamos, princesa. Tienes que prepararte para el baile.

Me reí y me quité los pantalones cortos. Me tomó un tiempo desabrochar los botones, pero cuando lo hice, tiré la camiseta al suelo y me agaché bajo el vestido que mamá levantó para mí. Con los brazos levantados por encima de mi cabeza, salí por la parte superior, el corpiño ajustándose en su lugar. Subió la cremallera del lado y dio un paso atrás para examinarme.

—Absolutamente magnífica —dijo.

Sus tacones especiales se encontraban en el suelo a mis pies. Sostuve el colchón con una mano para mantener el equilibrio mientras ella los deslizaba por mis pies y los sujetaba en la parte trasera.

Vertiginosa, tomó la última pieza del tocador y bailó hacia mí. Su sonrisa se ensanchó con cada paso.

Respiré profundo y me senté en la cama. Mamá se arrastró detrás de mí y colocó la peluca en mi cabeza calva. El color era impecable, coincidiendo con los cabellos negros que una vez estuvieron allí. Luego, se deslizó fuera de la cama y se puso delante de mí. Juntó las manos, su cara iluminándose.

Con amor, JulianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora