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28 de Febrero

Querido diario:

Las inscripciones para las clasificatorias de golf fueron publicadas el viernes mientras estaba en casa con otro dolor de cabeza.

Ahora son más frecuentes, como el Dr. Carvajal dijo que serían. Mis buenos días están realmente bien, pero mis días malos están empeorando y duran cada vez más, dos o a veces tres días. Puedo ver que esto frustra a Valentina; odia ir a la escuela mientras me quedo en la cama.

Papá ha estado impresionante a pesar de todo. Durante las malas noches los escucho a los dos hablando en mi habitación, es cuando aprieto el collar que Valentina me dio contra mi corazón. Quiere seriamente solucionar el dolor, pero no hay nada que pueda hacer. Todavía esperamos por un donante. Francamente, no estoy segura de que encuentren uno.

No lo ha dicho, pero mamá no me quiere sobre la cancha de golf. Creo que se preocupa por mí por estar expuesta demasiado al calor o que conseguiré un dolor de cabeza y colapsaré. Lo que he escuchado por casualidad, es que trabajaron en un cronograma de modo que uno de ellos esté conmigo todo el tiempo mientras juego. Es un poco llegar a extremos, pero lo que sea. Mientras pueda jugar, y ellos sean felices.

***

Chillé y salté a los brazos de Valentina.

―¡Lo logré!

Afortunadamente había terminado la semana completa de calificaciones sin faltar un día, había sido mi preocupación más grande. El día anterior me sentí un poco somnolienta y anoté mi peor juego de la semana: ochenta y cinco.

Por suerte mi promedio de calificación estaba bastante bien para colocarme en la parte superior. El número dos, en realidad, detrás de la estudiante de último año, Paulina, nuestra capitana de equipo.

―¡Felicidades! ―dijo mientras me da vueltas en un círculo. Era el final de la segunda semana de marzo; la nieve se había derretido y la temperatura estaba aumentando. En mi opinión, el cambio de clima había hecho maravillas por mi salud, sin embargo en el recuento de mis glóbulos blancos, continuaron subiendo según la última muestra de sangre.

Abrió la puerta de mi auto para mí.

—Creo que esto amerita una celebración.

―No podría estar más de acuerdo. ―la autosuficiencia de mi declaración la tomó por sorpresa.

Ladeó su cabeza y frunció el ceño. ¡Tan linda!

―Mi segundo deseo ―digo―. Y esta vez elijo la fecha; mañana a las nueve de la mañana.

Sacudió su cabeza.

—¿Qué hay mañana?

Sonrío, esperando lucir tan adorable como lo hizo con la misma expresión. Considerando nuestra conversación en la cafetería del hospital en noviembre, me di cuenta que necesitaba el poder adicional.

—Campo de golf. Necesitarás tus clubs.

―¿Oh... uhm, jugar al golf? ―Pasó su mano por su cabello―. ¿Tu segundo deseo es jugar golf?

―No solo golf —dije—. Jugar golf contigo.

Su lengua trazó la esquina de sus labios.

—Sabes que no he jugado...

―... desde que tus hermanos murieron. Es hora de cambiar eso.

―Creo que te dije que patearías mi trasero, y al juzgar por la puntuación que has conseguido, no tengo ninguna duda.

Con amor, JulianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora