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28 de Enero

Querido diario:

Es curioso, la conversación que oí entre papá y Valentina realmente me ayudó. Por casi dos semanas, no he tenido mucho más en mi mente. Gracias a ello, hoy he tomado una decisión a cerca de la droga experimental.

Desde que he decidido, todo lo que veo es más vibrante. Incluso la salida del sol me parece más hermosa. Todos los colores tan magníficamente mezclados, aun así con sus propios tonos y matices. Imagino las montañas y las playas, el esplendor de la tierra, y pienso: "Si aquí es bello, ¿cuán más hermoso el cielo debe ser?" Como el amanecer, todo el tiempo.

Estar en los brazos de Valentina últimamente, no puedo describirlo, pero es como si mi corazón estuviera libre. Puedo respirar de nuevo. Huelo la lluvia en los árboles y en el césped de manera diferente. Ella me envió flores esta semana, y ellas también olían más dulces.

Anoche, cuando sus manos se deslizaron bajo mi camisa y sentí las yemas de sus dedos tocando mi espalda —hmmm— incluso eso se sentía más profundo lo que nunca antes se sintió. Luego me besó. Todo mi cuerpo, hasta mis pies respondieron. Estoy sonriendo ahora, pensando en ello.

Sabes, es extraño, pero después del incidente de heroína de Valentina, algo dentro de mí hizo click. Al verla tendida, pálida y perdida, de repente me hizo darme cuenta de cuan preciosa es la vida. Pensarías que viviendo con cáncer todos estos años tendría una buena comprensión en ese hecho, pero ver a alguien que amas escapando justo en frente de ti, bueno, nada más aterrador. O desagradable.

Esta noche, en la cena, voy a decirle a mi familia, incluida Valentina. He tomado mi decisión. Todo está claro para mí ahora.

***

Me paseé por mi habitación, robando miradas al reloj digital en mi mesita de noche. El delicioso olor de la cena flotaba por las escaleras y se instaló dentro de mi cuarto. Desafortunadamente, el aroma mezclado con mi ansiedad me dio náuseas. Todo lo que pensaba era en Valentina y el cómo respondería a mi noticia.

El reloj dio las seis en punto. Había terminado su turno en el hospital y estaría en camino a mi casa pronto.

Tiré mi cabeza hacia atrás, mirando hacia el techo como si no estuviera ahí. Sentada en mi cama, miré las fotos de Valentina y mías cubiertas en harina durante la navidad que había pegado en el espejo. Nuestros rostros felices hicieron aletear mi corazón por un segundo antes de caer de nuevo en la cama.

Me quedé ahí hasta que el zumbido de un motor sonó en la calle. Automáticamente, me levante y me asomé por la ventana. Valentina salió de su BMW negro, todavía usando su pijama azul cielo con su bolso colgado sobre su hombro. Tan hermosa.

Cerró la puerta, se dio la vuelta, y me guiño un ojo a través de la ventana. Sus ojos se hicieron chiquitos, y su rostro se iluminó.

Mi sonrisa se amplió por un segundo. !Oh, como la amaba! Jalando la cortina para que se cerrara, di un paso hacia atrás y respire profundo. Después de enderezar mi falda, corrí por las escaleras para encontrarla en la puerta.

Con amor, JulianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora