CAPITULO 35 "Me tienes a mí, siempre."

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CAPITULO 35

-¿Qué? -Vanessa se levantó de su asiento. -¿Es una broma?

-No, no es una broma. Nos mudaremos. -Volvió a decir su padre. Yo no sabía cómo reaccionar, las palabras habían escapado de mi boca. Israel tenía la misma cara que yo.

-No podemos mudarnos, me niego a hacerlo. -Vanessa levantó la voz ganándose una mirada molesta por parte de su padre.

-Ya hemos tomado la decisión, lo siento hija. -Su madre trató de tranquilizarla pero fue imposible.

-No me mudaré, mi vida está aquí.

-No es muy lejos, solo son un par de horas.

Solo la idea de que ella se fuera lejos de mí, me lastimaba. Me levanté de la silla atrayendo las miradas de todos hacia mí, Vanessa tenía los ojos húmedos, en cualquier momento se derrumbaría y verla así, me hacía sentir peor.

-Lo siento. -Dije antes de huir a mi habitación.

Ella se iba, no la vería más y ni siquiera me hablaba. No quería saber nada de mí. No podía irse y dejarme aquí de esta manera.

Cuando estaba por terminar de subir la escalera escuché algo que me hizo sentir peor.

-Israel también va, claro, solo si él quiere. -Dijo la madre de Vanessa para convencerla. No había pensado en eso, si él se iba con ella, tendría todas las oportunidades del mundo para conquistarla. Sentí que el mundo se detuvo en ese momento, me quedé quieto en el escalón esperando la respuesta de Israel.

-Claro que voy.

Terminé de subir y fui directo a mi habitación cerrándola con demasiada fuerza. Esto tenía que ser una pesadilla definitivamente.

***

VANESSA.

Miré fijamente a Israel esperando que respondiera. Si él decidía no ir sería el fin, era todo lo que tenía.

-Claro que voy. -Sonrió para mí y suspiré con alivio.

Aun trataría de evitar que nos mudáramos, pero si eso llegaba a pasar, Israel era lo único que me quedaba. Sentía un nudo en la garganta cuando pensaba en Santiago, no lo vería más. Me dolía pensar que esto había acabado para nosotros aunque sabía que así debía ser. Él me había traicionado y yo tenía que olvidarme de él.

Al final, la reunión que se había hecho con motivo de celebrar, parecía un funeral. Mis padres intercambiaban miradas de preocupación y yo los ignoraba. Me estaban quitando mi vida de nuevo.

Nos despedimos de la familia de Santiago y fuimos a casa en silencio. Me había costado tanto acostumbrarme a este lugar, y ahora que había hecho amigos, tenía que irme para empezar de nuevo.

Entré a mi casa con ganas de llorar y subí a mi habitación sin decir nada. Mi padre me llamó pero lo ignoré, no quería hablar con ellos en ese momento.

En cuanto estuve en mi cama, puse mi cara contra la almohada y dejé salir las lágrimas acumuladas en mis ojos.

-Vane, ¿puedo entrar? -Escuché la voz de Israel al otro lado de la puerta.

-Pasa. -Limpie las lágrimas de mis mejillas y me senté en la cama. No me gustaba que las personas me vieran llorar.

La puerta se abrió y entró Israel con la cara llena de preocupación. En cuanto vio mi rostro, se acercó a mí y rodeo mi cuerpo con sus brazos. Eso solo causo que más lágrimas aparecieran.

-Todo estará bien, tal vez podamos encontrar una forma de que no tengas que irte de aquí.

-Pasó lo mismo en mi antigua casa, tenía mi vida hecha, tenía amigos y de un día para otro lo perdí todo.

Siempre estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora