CAPITULO 29 "No te dejaré ir tan fácilmente"

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VANESSA

Estaba acostada en el sillón viendo una película, Israel había ido a preparar más palomitas. Aunque mis ojos veían fijamente la pantalla, mi mente no estaba ahí. Mis pensamientos estaban con el chico de al lado.

Israel puso las palomitas en la mesa  y caminó a la puerta.

-Vane, el timbre está sonando.

-¿Eh? Oh, lo siento, no escuché.

Israel abrió la puerta pero no pude ver quien era, él sonrió y me levanté rápidamente. Cuando llegué a su lado, vi que una chica más o menos de mi edad estaba de pie frente a nosotros.

-Hola, me llamo Tania. –Dijo la chica de ojos verdes. –Nos acabamos de mudar  a la casa de enfrente.

-Hola Tania, soy Israel y ella es Vane. –Israel extendió su mano para estrecharla y Tania la tomó rápidamente. Me sentía ignorada. Ella solo veía a Israel, sonriéndole coquetamente como si yo no estuviera parada junto a ellos.

-Me da gusto conocer a alguien de mi edad. –Tania por fin me miró. -¿Son hermanos?

Israel y yo, nos miramos el uno al otro y luego soltamos una carcajada. Tania nos miró confundida.

-No, no somos hermanos. –Dijo Israel. –Somos novios. –Los ojos de la chica se agrandaron y vi decepción en ellos.

-Oh. –Le di un golpe en el estómago a Israel.

-No es verdad. –Sonreí. –Somos amigos.

Tania nos miró dudando, supuse que no sabía si creernos o no.

-¿Viven juntos?

-Sí. –Dijimos al mismo tiempo.

-Eso es extraño.-Rió.

-Sí, supongo que sí. –Dijo Israel.

-Es una larga historia.

-Bueno, me tengo que ir. Me dio mucho gusto conocerlos. Espero que nos veamos después.

-Claro. –Dije amablemente.

-Cualquier cosa que necesites, aquí esteremos.

-Gracias. –Respondió mientras se iba.

Vi que en la casa de enfrente había un auto, y un camión de mudanzas.

-Pensé que nunca viviría alguien en esa casa.

-Yo igual.

Israel cerró la puerta cuando entramos y seguimos viendo la película. Santiago no me llamó ninguna vez en todo el día, era un poco decepcionante.

***

Abrí los ojos y gruñí, no quería levantarme de la cama. Me había quedado hasta tarde leyendo la carta una y otra vez. Lo extrañaba.

Después de diez minutos, la siguiente alarma sonó, si no me levantaba en ese momento, se me haría tarde.

Después de repetir la rutina de todas las mañanas, salí de mi casa con Israel. Subimos al auto y giré la llave para encender el auto. De la casa de enfrente salieron dos chicos, reconocí a Tania. Ella miró en nuestra dirección y sonrió. A su lado estaba un chico con cabello rizado y claro. En realidad se parecían, seguramente eran hermanos.

Pasé por Ana y tuve que escuchar la discusión de todos los días sobre quien debía sentarse a mi lado.

-¿Ya conociste al nuevo vecino? –Sabía que no tardaría en mencionarlo.

-Conocí a la nueva vecina. –Mire el retrovisor y vi su sonrisa. –La cual estaba babeando por Israel. –Dije mientras sonreía mirando la carretera.

Siempre estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora