CAPITULO 50 "Nada ha cambiado"

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HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAA POR FIN EL CAPITULO 50 UFF NO ME LO CREO. :D ESPERO QUE LES GUSTE, SI LE ENCUENTRAN UN ERROR HAGAN COMO QUE NO LO VIERON. :D

ES UN CAPITULO ESPECIAL (NUM 50) ASÍ QUE QUISE QUE PASARA ALGO ESPECIAL EN EL. NO LOS ENTRETENGO MÁS, ESPERO QUE LO DISFRUTEN.


COMENTEN QUE OPINAN.


CAPITULO 50

VANESSA

La calidez de la mano de Santiago me acompañó todo el camino de regreso. Deseaba que ese momento no terminara nunca. Quería olvidar todo y no soltar su mano nunca más. Nos detuvimos frente a la casa de Ana, Santiago me miraba fijamente, veía esperanza en sus ojos. Sabía que tenía que soltar su mano y entrar, olvidar lo que había sucedido y seguir con mi vida. Desvié la mirada lejos de los ojos de Santiago y me alejé de él.

-Es hora de entrar -Dije sin mirarlo, temía que si lo veía, sus ojos me harían dudar -Lamento las molestias que te causé hoy.

-Lo único que yo lamento, es no poder seguir sosteniendo tu mano.

Sabía que lo que quería decir, es que lamentaba que no siguiéramos juntos. Con sólo recordar los felices que habíamos sido en el pasado, algo dentro de mí sufría. Decidida, me giré y caminé hacia la casa. ¿Por qué no podía simplemente olvidarlo? Sería genial si un día despertara y no me doliera solo mencionar su nombre.

La casa estaba vacía como cuando me había ido, lo cual sólo me hacía sentir más sola. Subí las escaleras lentamente y cuando llegué a la habitación de Ana, me tumbé en la cama a llorar. La imagen de Santiago besando a Lía, se repetía una y otra vez en mi memoria torturándome. Lo que más me dolía, era que el la visitara de la misma forma que lo hacía conmigo. Siempre lo había considerado especial y exclusivo de los dos.

Los días siguientes fueron un poco aburridos. Ana trataba de pasar mucho tiempo conmigo, pero cuando salía con Alex no podía evitar sentirme sola, incluso sentía un poco de envidia. Por las noches, me torturaba pensando que tal vez Santiago estaba con Lía en mi antigua habitación, viendo alguna película o jugando un video juego. Israel me llamaba todos los días y me contaba cómo le estaba yendo con su familia, también me decía que me extrañaba y la verdad es que yo también lo extrañaba demasiado.

Por suerte los encuentros con Santiago sólo eran intercambios de miradas cuando nos topábamos por la calle, o cuando tenía que pasar frente a su casa y él estaba afuera. Me estaba resultando difícil mantenerme alejada de él.

El viernes por la noche, una semana antes de navidad, salimos al cine. Ana iba acompañada por Alex, y yo iba con un amigo de Alex, lo cual me parecía incómodo. Aunque debía aceptar que habría sido mucho más incómodo salir sola con mi amiga y su novio.

Esa noche Gabriel, el amigo de Alex nos recogió en su auto así que no tuve que conducir. El cine estaba aproximadamente a veinte minutos, veinte minutos que se me hicieron una eternidad. Como era de esperarse, Gabriel iba conduciendo y yo iba en el asiento del copiloto. El chico trataba de entablar conversación a cada minuto, pero simplemente era imposible, mi mente estaba lejos.

Después de discutirlo durante varios minutos, me di por vencida y acepte que compraran boletos para la película de terror que estaba esa noche. Compramos palomitas para todos y esperamos en una mesa a que fueran las diez de la noche. Los chicos hablaban algo sobre la escuela, y yo estaba mirando distraída a la gente que llegaba al cine, por la hora que era la mayoría eran parejas.

Recordé el día que conocí a Santiago y una sonrisa se me escapó cuando vino a mi mente la discusión tonta que habíamos tenido. Y como si lo hubiera invocado con el pensamiento, apareció vistiendo unos jeans negros, converse negras y una camiseta gris. Conocía a la perfección toda su ropa, sabía que esa camiseta era nueva. Sonreía encantadoramente hacia la chica que iba con él. Sentí una punzada de celos inmediatamente, aun así seguí observándolos.

Siempre estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora