CAPITULO 28 "Soy un idiota, pero te amo"

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CAPITULO 28

VANESSA

Escuché la puerta cerrarse después de una serie de insultos dirigidos a Israel y fue mi señal para entrar a mi habitación, seguramente tenía los ojos rojos e inflamados por llorar tanto y no quería que él me viera así.

Me levanté rápidamente del escalón y caminé hacia la puerta de mi recamara cerrándola detrás de mí. Escuché pasos en las escaleras, sabía que era Israel. Los pasos se detuvieron un momento y luego se escucharon acercándose.

-¿Vane? -Escuché su voz del otro lado de la puerta.

No respondí nada, solo me quedé ahí parada contra la puerta.

-Yo estaré para ti cuando quieras hablar con alguien ¿de acuerdo?

Hubo un silencio y luego se volvieron a escuchar pasos, la puerta de al lado se cerró y yo me dirigí a mi cama nuevamente.

La oscuridad de la habitación me hizo sentir más sola, quería que Santiago estuviera conmigo y me abrazara como hacia cada vez que estaba triste. El que podía calmar mi dolor, era el que lo provocaba.

Mi teléfono seguía en el buró, apagado. Sabía que no debía encenderlo, pero no lo podía evitar, quería saber de él. Lo encendí y una serie de notificaciones llenaron la pantalla.

Tenía más de veinte llamadas de Santiago, y casi la misma cantidad de mensajes de texto. Algunos eran de Ana preguntando si estaba bien y diciéndome que lo mataría dolorosamente. Hubo uno que llamó mi atención.

"Él tratará de convencerte de su inocencia. Veremos qué tan ingenua eres, él es tan culpable como yo. "

Me hice muchas preguntas después leer el texto. ¿Era Carolina? ¿Cómo tenía mi número? ¿Santiago tenía algo con ella? ¿Creería en él después de eso?

La mañana del sábado me saludó lastimando mis ojos con su luz, me cubrí la cara rápidamente, ahora estaba convirtiéndome en un vampiro.

-Buenos días bella durmiente. -Dijo Israel mientras abría las cortinas y la ventana dejando entrar la luz del sol, que desagradable.

Como única respuesta gruñí, o tal vez fue mi estómago, no estaba segura.

-Te traje el desayuno. -Sonrió. -hasta te hice hotcakes y te traje un poco de esa cosa que le pones a todo lo que comes. -Dijo mirando el frasco.

-Crema de avellanas. -Reí por primera vez.

-Sí, eso.

-Gracias, no había comido desde el desayuno de ayer.

-Lo sé, ayer te preparé comida pero estabas aquí encerrada, no quería molestarte.

-Gracias. -Sonreí.

Devoré todo lo que me había preparado Israel mientras él me miraba atentamente. No sabía qué hora era, pero supuse que era tarde. Israel parecía preocupado, seguramente debía lucir realmente mal. Ojos rojos e inflamados, cara pálida y cabello despeinado.

-Ana vendrá hoy a comer, luego veremos algunas películas.

-Me parece bien, eso sería genial. -Curve mis labios hacia arriba intentando que pareciera una sonrisa.

-Vane... puedes contar conmigo siempre. Lo sabes ¿no?

-Lo sé.

Por la tarde llegó Ana y comimos los tres juntos, ellos trataban de distraerme y hacerme sonreír a cada minuto, justo como lo hacen los verdaderos amigos. Yo estuve en pijama todo el día, mi aspecto decía exactamente como me sentía. Los mensajes de texto seguían llenando mi bandeja de entrada pero no leí ninguno.

Siempre estás túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora