Prólogo

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Todo el tiempo pensé que a quien querías, necesitabas y tenías que salvar era a él, pero ese día tu mirada me dijo lo contrario, y aunque no lo quería escuchar, te armaste de valor y lo dijiste: "te quiero salvar a ti" y me quede helado. Te miraba directo a los ojos, sin embargo, ya no te veía; me gustaría decir que me sorprendió, pero por una extraña razón entendía el necesitar ser salvado de ese mundo de obscuridad, que me hacía creer ser mi hogar.

Cuando tienes tantas cosas en la cabeza es difícil lograr escuchar, pero sus palabras resonaban tan fuerte que me era imposible ignorarlas; de un momento a otro todas las voces se callaron, y solo lograba escuchar una y otra vez "te quiero salvar a ti" pero no es justo ponerle una carga tan grande a alguien más, sabiendo que solo tú deberías cargar con ella.

Odiaba a todos y te odiaba a ti por haberlo dicho, poniéndome en esa sensación de vulnerabilidad que me hacía sentir tan pequeño y desprotegido, como un niño encerrado en el armario escuchando pelear a sus padres en la habitación, como un niño perdido en medio de una gran ciudad; pero yo era ningún niño que necesitaba ser protegido, yo no era quien realmente ella necesitaba.

Tal vez necesitaba ser salvado, sin embargo, no quería serlo, y no puedo culparme de eso porque ¿quién no le tiene miedo a lo que no conoce? Y sin duda alguna, yo no conocía lo que tú realmente me querías ofrecer, un escape de felicidad. 

Piérdete En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora