18. De regreso IV - Nikolas

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Nikolas - Philadelphia
Fábrica, Nov 09:45pm

Tendido sobre mi colchón, descansando con la espalda contra la pared y los brazos cruzados contra el pecho en la posición en la que suele dormir, Nevi me cuenta sobre todo lo que ocurrió después de perder la pista de Caleb, una vez huyó del refugio.

Sin embargo, parece que a cada segundo le cuesta más hilar frases largas sin perder el rumbo de las mismas entre bostezos, al final de los cuales me veo obligado en más de una ocasión a recordarle en qué parte se ha quedado.

Me sorprendo a mí mismo bastante interesado en su relato, e instándole a seguir pese a lo mucho que parece estarle costando mantenerse despierto. Caleb es ahora una especie de proyecto personal, y me interesa conocer los detalles sobre su evolución... o involución. Sobre todo, después de haber visto con mis propios ojos a la monstruosa criatura que se escondía en el chiquillo. 

El hecho parece haber cambiado en parte mi perspectiva. Antes lo había visto un par de veces, a medias, pero de formas tan fugaces que bien podrían haber sido obras de mi, a veces distorsionada, percepción. Era como si sólo conociera la teoría de aquello con lo que lidiaba. Pero luego de haberlo visto en su forma completa es como si todo lo referente a Caleb, a Nevi, a los cazadores y a ese mundo extraño, hubiese pasado a otro plano para mí. Al real.

Cuando Nevi está llegando al final de su historia, ya ni siquiera puede mantener abiertos los ojos y tengo la impresión de estar hablando con un sonámbulo. Quien sabe... puede que sea precisamente lo que estoy haciendo.

—Todo por una maldita cabeza de ciervo que encontró el perro... Sólo de pensar lo cerca que estuve de tirar del gatillo...

Mueve la cabeza, como si intentase con eso arrancar algo de sus pensamientos; algo que ha torcido de pronto todos los rasgos de su cara con una entremezcla de horror y nervios.

—Tan cerca... Si yo hubiese jalado el gatillo...

—Deja de torturarte; al final no lo hiciste —apunto, encogiéndome de hombros—. Me esperaba una historia más emocionante, a decir verdad.

—Lamento decepcionarte. —Da un bostezo largo—... En fin, henos aquí.

Doy una breve cabeceada, conforme lo medito. Viene otra vez a mi memoria, como un relampagueo, la colosal bestia de aspecto lobuno alzándose a varios pies por encima de nuestras cabezas.

—¿Son todos así de grandes?

—Y más. Caleb no es que sea de los pequeños, precisamente... Pero sí. Los hay aún mayores.

Al oírlo, echó de forma refleja un vistazo en la dirección de Nevi. No ha de sobrepasar por mucho el uno setenta, y su constitución, si bien fuerte, se inclina más al lado de los delgados. Me cuesta un poco imaginarle enfrentado por su cuenta a una bestia de las dimensiones que asegura. Y aún así, según me ha contado, es la criatura con la que tiene más experiencia luchando.

De pronto la idea de verle enfrentado a un licántropo en su forma completa empieza a despertarme una enorme curiosidad. Es algo que sin duda no tendría desperdicio ver...

Caigo en cuenta de que ha pasado un rato largo desde su última palabra, y, cuando le miro con más detenimiento, me doy cuenta de que el ritmo de su respiración ha disminuido para pasar a ser mucho más lenta y constante. Finalmente se ha quedado dormido.

Suelto un suspiro.

—Genial, Nevi. Acapara toda mi cama... —me quejo en voz baja.

Yo tampoco he hecho otra cosa que dormitar durante toda la noche, y dejada atrás la tensión de una larga noche en ascuas, empiezo a sentir los párpados pesados.

Entonces, para mi desconcierto, Nevi se mueve sobre el colchón para hacerme sitio suficiente, evidenciando que no solo no se ha dormido, sino que me estaba escuchando.

—¿Oh? ¿Es esto una invitación? —pregunto, procurando mi tono más sugestivo para molestarlo.

—Te cortare lo que haga falta cortarte si se te ocurre pegármelo. Quedas bajo aviso.

Meneo la cabeza, divertido. Pero acepto la oferta, y trasladándome desde el escritorio al lecho, me tiendo de espaldas a su lado, con las manos sobre el estómago.

Por el rabillo del ojo, le arrojo un último vistazo y empiezo a preguntarme cómo ha hecho para dormir en esa posición incómoda por tanto tiempo. Encima de todo vestido por completo, muchas veces sobre una viga del techo, la rama de un árbol, o el marco de una ventana.

No me veo capaz de pegar un ojo sabiendo que planea quedarse así.

—¿Y si por una vez te recuestas como una persona normal?

—Así estoy bien —masculla, a punto de dormirse otra vez.

—¿Como un favor personal? —insisto.

Otro largo silencio me hace creer que se ha dormido nuevamente, pero en cambio, no tengo claro en cuanta medida ayudado por el cansancio, obedece y se desliza pesadamente sobre el colchón hasta quedar recostado, pero sin descruzar nunca los brazos. Una vez a la misma altura, abre levemente los ojos para mirarme por el rabillo de los mismos, y le dirijo una sonrisa satisfecha.

—¿Feliz?

—Feliz.

Nevi gira sobre su lugar y me da la espalda.

—Sólo por una hora.

Percibo entonces una luz tenue proviniendo del sitio frente a su rostro, y oigo el sonido de sus dedos moviéndose sobre la pantalla de su móvil. Tras aquello, se lo guarda en el bolsillo y se acomoda para dormir.

Pero yo todavía no puedo hacer lo mismo. Me resta una cosa por hacer para obligarlo a descansar como sé que no lo ha hecho en semanas.

No necesito esperar demasiado antes de percibir el cambio el ritmo de su respiración que me indica que se ha dormido. Convencido de que no despertará, tomo con cuidado el móvil de su bolsillo y lo deslizo fuera para hacerme con él. Entonces, tecleo rápidamente en la pantalla la contraseña de bloqueo; la que ha cambiado cientos de veces, cada vez que yo la descifro, y voy directo a la aplicación de reloj. Allí, desactivo la alarma que se ha puesto de aquí a una hora más

Cumplida mi tarea, por mi parte giro y me acomodo en la dirección opuesta.

Aún cuando no nos estamos tocando, percibo sobre mi espalda el agradable calor que emana desde la suya. La mañana está tan helada que me provoca moverme un poco más cerca... Pero al final desisto y me quedo en mi lugar. El conseguir que Nevi acceda a dormir como un ser humano normal por una vez en su vida ya es llegar bastante lejos; y en el fondo es algo que no querría arruinar.

De manera que, la primera mañana tras un plenilunio exitoso, tras una misión exitosa y con todos a salvo en la fábrica, no queda sino reclamar un par de horas de muy merecido descanso.

HUNTERS ~ vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora