Fantásticamente Hermoso

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Desperté después de dormir más de lo normal, estaba en una cómoda cama y no me importaría quedarme una hora más, aunque no sabia donde estaba, pero después de todo lo que había pasado, me llegó a la mente haciendo que abra los ojos al instante.

Miré el techo, en el que albergaba un espejo grande, dándome la vista de mi mismo acostado sobre una cama con sabanas de seda, miré mi cuerpo ceñido en una bata de poliéster rojo vino, con tiras, estaba sin mi camisa y eso se notaba al ver como mis pezones se erguían con facilidad a través de la tela, mi cabello estaba tapándome parte de la frente y ojos.

No pude evitar pensar algo malo al verme vestido de esa manera cuando recordaba muy bien que estaba con un lindo conjunto que me había proporcionado el omega del presidente, y es que ahora es que me detengo a pensar que seguramente me vio desnudo.

-Pervertido.- gruñí sentándome en la cama, miré a mi alrededor un poco dormido y es que sinceramente no estaba asustado, estaba neutro y dispuesto a actuar si por ejemplo pasaba algo que ameritaba la fuerza o estar quieto y solo hablar, no sabía como iba a reaccionar cuando se me aparezca en frente.

Mi mente se fue de unos segundos a otros como mi vida había dado un giro tremendo desde hace tres días, no entendía que había hecho mal en mi corta vida, pues todo me debería de salir bien porque era una persona buena y jamás había hecho mal a nadie, pero al parecer no todo en la vida es bondad, es la forma en cómo logres vivirla sin salir herido o muerto.

Pensándolo bien es un milagro que cada uno de nosotros despertemos cada día, pues es un regalo que la madre luna nos da todos lo días, por eso le agradezco de estar vivo, y si estoy vivo tengo esperanzas.

La habitación era grande... gigante, era mi casa completa, tenia muchos detalles barrocos dorados y cuadros pequeños, era una combinación entre la antigüedad y la actualidad, realmente bello, no pude evitar maravillarme ante la belleza de las decoraciones que al parecer fueron muy bien elegidas para que la habitación se viera tanto como del siglo xix y el siglo actual, parecía que había viajado al pasado.

El aroma de madera y pino llegó a mis fosas nasales por lo que miré hacia un lado y me puse serio al ver a una no muy grata sorpresa sentado no muy lejos de mi, en un sofá estaba sentado el señor presidente, mejor llamado como el Alfa Jung Hoseok, lo miré con odio y un poco de deseo, pero de matarlo, se había convertido en mi mayor pesadilla, y sospechaba que era solo el principio, bufé en mi interior.

Este ojeaba su periódico mientras tenia sus piernas cruzadas, sus zapatos lustrados brillaban por el sol que entraba por la ventana, parecía que modelaba con la simple pose, pero aunque intentara negarlo, era un Alfa bastante agradable para los ojos de cualquiera, pudiera trabajar como modelo y se ganaría la vida con ello si quisiera.

Este me miró como si hubiera sentido mi mirada sobre él, sus ojos helados y sus labios en forma de corazón destellaban brillo a los  largo de su movimiento.

-Dormiste mucho.- pasó a otra pagina del periódico tranquilamente, como si no hubiera pasado lo de ayer o como si yo no lo hubiera intentado asesinar.

Los hombres son muy extraños la verdad, esperen, corrección él era demasiado extraño.

Ni siquiera respondí, para mi era algo innecesario y otra vez me peleé mentalmente por no lograr mis objetivos, estaba tan cerca, pero si hubiera sido mas rápido quizás hubiera podido escapar.

-¿quien me desvistió?.- pregunté, éste me miró, no quería imaginarme que el inepto se había aprovechado de mi cuando estuve inconsciente, no quería ni que pasase por mi mente ese pensamiento.

-pues mi sirvienta personal, pero te mentiría si te dijera que no te vi desnudo, tengo que visualizar lo que me comeré antes de.- junté mis cejas al escuchar la ultima oración, de alguna forma me sentí tranquilo.

The tyrant with the brown eyes [HopeGa]Where stories live. Discover now