Pendejo

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Había salido a jugar con Mickey un rato. Era el tercer día sin Hoseok por aquí y aún pensaba en las palabras de ayer.

Me habían hecho pensar y analizar cada momento con él, el cual era absolutamente perfecto. Las cosas han ido de rápido a rapidísimo. Pero eso no dejaba de permitir que mi corazón de un salto cada vez que lo veo, o cada vez que me toca. Mi lobo ronronea gustoso cuando él está cerca.

El perro de tono blanquecino y pequeñas manchas cafés por el rostro saltaba y corría por todos lados, mi sonrisa era grande ante tanta ternura junta, era hermoso.

-vamos Mickey. - apresuré a decirle, antes de arrojar la pelota y este se fuera apresurado a buscarla, para devolverse y traérmela para que vuelva a tirarla.

Hice un gesto de asco al ver la pelota llena de baba.

-Genial Mickey, es tu meta hacer que mis manos siempre estén llenas de baba cuando juego contigo. - sonreí y me agaché a acariciarlo y le quité la pelota de la boca. Pero este sólo miro atrás de mí.

Sus dientes blancos y puntiagudos brillaron y un gruñido se le escapó para después soltar un ladrido y encorvar su cuerpo en modo de defensa.

¿Por qué se ponía así? Miré hacia atrás a ver qué era lo que le hacía ponerse tan molesto y subí la mirada por la alta figura de un Omega.

Seokjin.

Y me pregunté como es que no pude detectar su aroma antes de que estuviera más cerca.

- Yoongi. - murmuro sonriente. - ¿Qué tal estás? - preguntó, me levanté lentamente mirándolo.

-No creo que te interese. - le miré y crucé mis brazos. - ¿qué haces aquí? - pregunté. - Hoseok no está por aquí aún.

-Lo sé. - asintió y subió sus hombros tomando un respiro. - vengo a verte a ti - su cara se quedó con el mismo humor que yacía en él, pero en sus ojos había maldad pura, lo que no me gustaba en absoluto.

- ¿Qué quieres? - le pregunté, aunque claramente ya sabía lo que quería este estúpido y no se detendrá hasta verme fuera de estos muros, lejos de Hoseok y lejos de todo lo que pudiera asegurar al Alfa y a mi juntos.

-Creo que ya lo sabes perfectamente y no hay que repetir - alzó su mentón con orgullo - pero veo que no has hecho caso a mis peticiones. Que mal te va. - alzó sus cejas con malicia.

- Que malte va a ti, mejor dicho. - sonreí.

- ¿Sabes qué?... presiento que te estás vengando de lo que te hice, cuando te delaté con el presidente. - alzó su dedo - déjame decirte que no te conviene. - negó.

- ¿Crees que te tengo miedo Seokjin? - sonreí y negué. - te falta mucho para poder infundirme cualquier tipo de miedo a mí. Hoseok no pudo hacerlo, e imagínate un Omega inseguro que trata de metérsele por los ojos a un hombre. Eso no es sano mi rey. - negué con mi dedo tal y como él lo hizo para luego sonreír con maldad.

-Te juro que, si no haces lo que te digo, te arrepentirás niñito de cuarta y desearás ni haber nacido. - caminó hacia mí, mirándome desde su altura prominente, tratando de levantar temor en mí.

Di un paso hacia él.

-A mí no me amenaces pendejo. - lo miré con mala cara comenzando a gruñir, este tipo al parecer no me iba a dejar en paz.

Su cara se puso roja de la rabia.

-Mira maldito Omega, he hablado por las buenas contigo, e incluso, utilicé buenas palabras para que tuvieras un poco de cerebro y por las buenas te largaras de aquí. -gritó enojado, eso lo sabía pues lo decía la saliva que salía de su boca.

The tyrant with the brown eyes [HopeGa]Where stories live. Discover now