Chiquillo hermoso

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Rei ante el recuerdo del mayordomo en mi cabeza. Se le veía agotado y harto de mí.

Se veía que era un buen hombre, solo que se exaspera con facilidad y eso no es bueno para un mayordomo. Aunque pensándolo bien, yo también fui un poco... exasperante y no lo culpo.

Había días donde desesperaba mucho a Min-gyu con mis cosas, ahora que lo recuerdo, no había recordado un poco a mi tonto hermano Alfa.

Había durado el día completo viendo televisión y había finalizado el primer día sin Hoseok por aquí.

No iba a mentir sobre que me sentía raro al no sentir su aura alrededor mío, incluso mi lobo se encontraba un poco inquieto pues el olor que tiene ese Alfa me agrada. Y también estaba el hecho de que no quería ocasionarle problemas, lo que se me ha hecho muy raro. Hace unos días atrás no me importaba en lo absoluto lo que él hiciera o dijera, el que no tuviera que ver conmigo y me ponía feliz no verlo.

Es extraño, porque lo conocí más a fondo y sé más o menos su historia y siento algo que me dice que lo ayude a salir de ese mundo en que su padre lo metió. En el mundo de alcohol y Omegas. Y ahora que me pongo a pensar cómo los locos, quizás la práctica de esclavizar Omegas para su propio enriquecimiento sexual, lo había heredado de él.

No lo dudo ni un segundo.

Analice todas y cada una de las cosas, mi mente volaba con toda imaginación y hasta las cosas más atroces pasaban por mi cabeza. Las deseché al saber que Hoseok no haría eso, él no era ese tipo de Alfa. De usar tortura como placer suyo, nunca lo creería capaz.

Negue con la cabeza como un loco y me detuve de pensar cualquier cosa sin preguntarle. Yo confiaba que me diría todo si se lo preguntara y espero que sea lo más sincero posible.

Aunque eso no lo dudo.

El atardecer se asomaba por las ventanas y no pude evitar levantarme de la inmensa cama para caminar hacia ellas y poder admirar tal belleza y por primera vez en los últimos días me dediqué a escuchar a mi parte lobo.

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-HS-

Había salido cansado de la reunión nuevamente. Era la sexta en el día e iba a explotar si aguardaba otra en la lista.

Los malditos terroristas habían hecho atentados pequeños en diferentes partes de la nación, pero tratan de agarrarlos antes de que cometieran algo más grande. Me sentía estresado y cansado, mi lobo gruñía en mi interior y unas ganas inmensas de arrancarle la cabeza a alguien me comenzaba a surgir.

Desde que bajé del avión a quien había acudido para volar hasta la ACIC, hasta ahora, no había salido de reuniones de más de dos horas. Era agobiante y no quería más.

Mis escoltas me acompañaban hasta la habitación. Cuando llegué a la susodicha como era de costumbre uno de ellos la registraba por si acaso. Aunque había más hombres de confianza vigilando el perímetro.

Ser presidente de una gran nación no era juego, sin contar también que mi querida cabeza tenía precio.

-excelencia, hay alguien de confianza esperándolo. - junté mis cejas confuso, pero luego puse cara seria al saber de quien se trataba. Rodé los ojos e hice un gesto de aprobación con cansancio impregnado en la cara al tener que hablar un segundo más.

Rogaba a Dios y a la Diosa Luna que me matara ahora para así tener un poco de descanso.

Entré quitándome la corbata y miré a mi alrededor, después de distinguir el olor que había ahí supe de quien se trataba así que encontré con la mirada a quien me quería ver.

The tyrant with the brown eyes [HopeGa]Where stories live. Discover now