Joven

191 34 5
                                    

Lo miré mientras comía y me atraganté al ver mirándome como devoraba el delicioso manjar. Mi rostro se puso rojo de un momento a otro al pensar que se fijaría en como comía el desayuno.

-esto es algo incómodo. -dije al terminar de tragar, este no pareció inmutarse por las palabras sinceras que ha salido de mi boca y no había cambiado ni su posición, ni el neutro humor de su rostro.

No podía saber si estaba enojado o feliz o simplemente cómodo y el que no tuviera aroma me estresaba solamente un poco.

-ni se preocupe por mí, joven. - sonreí al escuchar su comentario.

Es que se me hacía incómodo comer mientras que alguien me observaba de tal manera que creía que estaba viendo como comía para luego decirle a Hoseok que era el peor en etiqueta y protocolo. En si lo era, pero no me importaba mucho.

No me preocupaba como comía y, a Hoseok parecía no interesarle, pues no sé para que se utilizan cada una de las cucharas y cubiertos, ni sé cuál es la copa adecuada para todo, simplemente uso una sola cosa para todo y dejo de complicarme la vida tanto.

El punto es comer, no entiendo porque se tienen que complicar tanto la vida.

Este sonrió amablemente.

-Es que tengo que estar aquí, por si acaso se le ofrece algo. - sus brazos estaban en su espalda y yo no pude evitar sonreír ante la respuesta.

-No es justo.

- ¿Qué no es justo joven?

Me levanté de la cama y caminé hacia él, cogí su brazo y este me miró extrañado, como si me hubiera salido un tercer ojo al ver como lo arrastraba hasta un sofá.

-No es justo que un señor mayor se la pase parado tanto tiempo como un militar. - lo miré, este me miró con molestia.

-No se moleste, estoy acostumbrado ya. – intentó zafarse de mi agarre sin ocasionar problemas ni un movimiento brusco. Pero me aferré a su brazo y sonreí con gracia.

-No hable tonterías hombre, descanse un poco, además yo no soy nadie importante para que esté parado toda la hora en que yo coma, mire que como muy lento. - lo solté para señalarle el pequeño sofá cómodo.

-Joven, no me ofenda por favor, vuelva a comer y no se preocupe por mí, hágame caso y usted si es alguien importante aquí, es el huésped de la excelencia, debemos tratarlo como se debe. - rodé los ojos y luego lo miré.

-no me ofenda usted a mí. - lo señalé. - aunque sea yo el papa, usted no debe someterse a esto. - este me miró con cansancio.

- ¿No descansará hasta verme sentado? - preguntó con molestia, que trato de esconder, pero se le notaba en la cara impregnada.

-No.

Sonreí con alegría al ver como se sentaba y me miraba nuevamente.

- ¿Ahora está feliz, joven? - preguntó uniendo sus dedos.

-muy feliz. – Y eso mi aroma lo delataba, caminé hasta la cama y me senté para comer, pero miré la comida y luego lo miré a él.

-debería de comer un poco conmigo. -lo miré y sonreí, este me miró atónito y negó repetidas veces.

-de ninguna manera joven. -se negó. - lo siento, pero acabo de comer y aún estoy lleno. - se disculpó.

Tenía una faceta de viejo malhumorado, lo cual me impresionó, me encantaría hacerlo enojar un rato.

-No hable estupideces. -se impresionó ante mi lenguaje nada apropiado para sus oídos, pues un Omega no debería de usar este tipo de lenguaje. - tengo uvas que quisiera compartir con alguien. - lo miré, este negó y cerró sus ojos tratando de calmarse.

The tyrant with the brown eyes [HopeGa]Where stories live. Discover now