Abigail
Estoy sentada frente al espejo de mi dormitorio con los ojos cerrados, Saril se encuentra detrás de mí de igual forma trenzando mi cabello. Luego de tanto insistir diciendo que no haría nada extremo, permití que lo tocara.
El silencio que nos rodea ha dejado de ser incómodo hace tiempo. No diría que es acogedor, pero al menos, es algo más...tranquilo, después de un tiempo más o menos considerable de conocernos, podría decir que es la única persona en este lugar que me cae bien, puesto que es quién menos me irrita, a diferencia con todos los demás, al menos.
Sus dedos bailan en los costados de mi cabeza, no sé exactamente qué tipo de peinado está haciéndome, pero, de cualquier forma, no abro mis ojos para ver.
—¿Abigail?—la arcángel llama mi nombre suavemente.
—¿Mhm?
Se toma un momento para pensar sus palabras, creo que la escucho tomar aire con lentitud, y eso me hace saber que algo raro está pasando.
—¿Qué harás hoy?— su pregunta me parece extraña, el tono en su voz aún más.
—No lo sé aún.—respondo tranquila. Normalmente, ocuparía mi día en entrenar, pero desde la conversación que tuve con Miguel ayer, he perdido las ganas solo para fastidiarlo. Quizás así se da cuenta de que no voy a estar a su disposición cuando finalmente decida integrarme en la legión.— ¿Por qué?
Saril acomoda un mechón detrás de mi oreja, finalizando su trabajo antes de carraspear:—Hay algo que debo decirte.
Abro mis ojos y la miro a través del espejo, ella me mira de vuelta, y reconozco el gesto nervioso en los suyos en seguida, junto con aquella expresión suya que he aprendido a leer, y que nunca significa nada bueno.
Frunzo el ceño y me giro en su dirección
—¿Qué?
Mi voz suena dura y fuerte, pero no hago nada al respecto por corregir mi tono. Saril se lame los labios, suspirando.
—Tienes que estar tranquila...— dice, y solo con eso sé que no voy a estarlo. Levanto mis cejas en silencio, sin prometer nada, pero pidiéndole que continúe. Sin embargo, antes de que pueda hacerlo, alguien interrumpe la tensa conversación al abrir mi puerta de la nada.
Ambas nos volvemos hacía quién ha entrado de estrepito a mi habitación, y nos encontramos con un ángel de casi metro noventa que no sé su nombre, pero que he visto antes resguardando la entrada del castillo.
Estoy a punto de decirle que debería aprender a tocar la puerta, cuando noto el terror en su mirada...
—Saril...— él pronuncia tragando saliva, y ella se coloca de pie de inmediato. Frunzo el ceño con más fuerza por la confusión y hago lo mismo que ambos.—Tienes que ir allá abajo ahora mismo.
—¿Qué está pasando?— pregunto, pero el ángel ni siquiera me mira. Noto como Saril asiente con su cabeza entendiendo claramente qué es lo que está pasando a pesar de esa corta oración, y luego, se gira hacía mí.
—Quédate aquí.
Es todo lo que dice, y sin dejarme decir nada de vuelta, y con completa autoridad, se encamina hacia la entrada para salir de la habitación, el ángel que acaba de llegar siguiéndola a poca distancia.
Me quedo en mi lugar, procesando lo que me acaba de decir. No sé que es lo que está pasando, pero juzgando por la actitud de ambos, no debe ser nada remotamente bueno, así que, no me quedo quieta por mucho tiempo, y yo también salgo de la habitación.

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PERDICIÓN (#2)
FantasySECUELA DE ''DESTRUCCIÓN'' ''El dorado de su iris luce despiadado, la sangre que salpica en su rostro y alas la hacen ver más siniestra, más aguerrida, más letal... En medio de la brisa, y de toda la tempestad, nuestros ojos se encuentran, y el vací...