Mathea
Estoy tambaleando en el limbo de la semi inconsciencia, mi propio sudor araña cada rincón de mi piel, y un gruñido de dolor sale de la parte más profunda de mi garganta al tiempo que intento levantar una de mis rodillas del piso.
Con cada esfuerzo que hago, siento como mi energía es arrancada de mí con más fuerza; mis muñecas están esposadas tras mi espalda, el calor no deja de ser intolerable, pero incrementa su potencia a medida que me coloco de pie.
El collarín alrededor de mi cuello se aprieta con violencia, el abismo sabe lo que intento hacer y está tratando de retenerme. Me muerdo la lengua ante el metal calcinante quemando la piel de mi garganta, mis fosas nasales se expanden y retraen brutalmente por aire, y mis músculos están aletargados por la tensión en mi cuerpo.
Todo a mi alrededor es fuego. Fuego, humo y azufre, el suelo está cubierto de carbón hirviente. A la distancia, oigo los alaridos de miedo y dolor de aquellos quienes están siendo castigados, los escucho día y noche, taladrando en mis oídos sin parar.
Pierdo el equilibrio durante unos instantes y tambaleo unos pasos, a lo que sacudo mi cabeza de lado a lado para volver a la realidad. Aprieto mis párpados, exhalando con fuerza, y gruño intentando tirar de las cadenas ancladas a la pared con fuerza para desatarme, pero es imposible.
''No puedes irte aún''
Aquella voz femenina retumba en todo el lugar, rebotando entre el fuego por encima de los gritos de los condenados. Mi mandíbula se aprieta al oírla, pero no le presto atención.
''Aún no terminamos contigo''
Mi pecho sube y baja agitado, me quedo quieto durante un momento, reuniendo de todas mis fuerzas, apretando mis puños, concentrando toda mi energía en mis brazos atados.
Es hora de salir de aquí.
Elevo mis muñecas detrás de mi espalda, girándolas en círculos para calentar los huesos, y así, en medio de un rugido que crece desde mi pecho, jalo de mis extremidades hacía los costados con un ímpetu que destroza los grilletes por completo.
El material pesado cae al suelo hecho pedazos.
Suelto todo el aire contenido, y con rápidez, observo mis manos, están hechas mierda por la cantidad de tiempo que las he tenido para impedirme escapar. Me las llevo hacía el collarín anclado a la pared detrás de mí e intento quitarmelo, luego de eso, podré liberarme para siempre.
El abismo ruge al escuchar lo que pienso, las flemas incrementan su tamaño y cambian su color natural a un azul feroz, el piso tiembla con bestialidad y vuelvo a tropezar mis pasos, pero no me detengo. Tengo que apresurarme, no va a dejar que me vaya, no sin mi completa energía y todo mi poder.
Sin previo aviso, un jalón brutal en la parte trasera de mi cuello me lanza metros hacía atrás, mi cuerpo rueda sobre mi espalda, y antes de que pueda reaccionar, mi cabeza impacta contra la pared de ladrillos detrás de mí.
''Aquí vas a quedarte, príncipe''
Puntos negros nublan mi visión, todo el aire se esfuma de mis pulmones, y mi cráneo palpita. Un quejido muere en mi boca, y las carcajadas pertenecientes a las voces que retumban desde el suelo se encajan en mis oídos.
Aprieto mis dientes, colocando una de mis palmas en la muralla para volver a levantarme con lentitud. Mis rodillas flaquean, pero no me rindo, y reuniendo de todo de mí, bloqueo el dolor en mi cabeza, agarro el collarín una vez más y vuelvo a intentarlo.
Envuelvo y presiono mis manos en el metal, tensando mi cuello y mandíbula, ejerciendo de la misma fuerza que utilice antes para quitarme las esposas, para retorcer los tornillos del collar que me aprisiona hasta crisparlos por completo.

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PERDICIÓN (#2)
FantasíaSECUELA DE ''DESTRUCCIÓN'' ''El dorado de su iris luce despiadado, la sangre que salpica en su rostro y alas la hacen ver más siniestra, más aguerrida, más letal... En medio de la brisa, y de toda la tempestad, nuestros ojos se encuentran, y el vací...